Trás la última erupción volcánica todos se refugiaron presas del terror bajo tierra.
El refugio construido bajo uno de los lugares más seguros del planeta los mantendría a salvo durante un largo tiempo.
Amasha estaba embarazada de pocos meses, el niño que llevaba dentro se íba formando en un ambiente poco propicio, pero con un atenuante poco común también.
Sería el niño que nacería bajo la tierra, una tierra que poco a poco íba siendo devastada por las sacudidas de la naturaleza, la cual más ostil que nunca, ya se había tragado cientos de poblaciones no dejando ningún rastro de éstas.
Amasha era madre soltera, el padre de aquél niño murió en una de esas sacudidas hacía ya unos meses.
Amasha íba a casarse con él, pero el destino los separó de un manera rápida y trágica a la vez.
Los meses fueron pasando y el cerebro de Enión, que es el nombre que Amasha escogió para su hijo, se íba transformando en una mente reveladora y precóz cómo ningún otro niño la hubiera tenido anteriormente.
Enión sería el primero de una nueva generación de seres que estarían preparados para enfrentarse a los desvarios de la naturaleza de su planeta.
Algo parecido a un eco de poder cósmico había entrado en su cerebro poco antes de la última sacudida, modificando todo su ser, dándole una nueva percepción de lo que a su alrededor pudiera haber.
No veía nada, su oscuridad era absoluta dentro del viente de su madre, pero no por eso ignoraba dónde se encontraba, sabía que en aquél ambiente no existía el sol, ni la ventilación natural.
Percibía el miedo entre aquellos que rodeaban a su madre, los cuales rezaban cada día a alguien llamado Dios para que les mantuviera con vida en aquél agujero de hormigón al que llamaban "El Bunquer".
Enión no entendía el porqué su madre no lo había abortado sabiendo que a la tierra le quedaba un tiempo limitado de existencia en el universo.
A través del canal abierto en su consciencia, porque la tenía, le llegó una noticia que amargó todo su ser.
Algo ó alguien le comunicó como en un sueño, que su padre había muerto y que el debía de ser el hombre que conviviera con su madre hasta el fin de la existencia del planeta.
Enión reprimió sus ganas de chillar y llorar dentro de su madre.
En su lugar envió un comunicado a la mente de ésta: "Madre naceré y viviré contigo. El tiempo que podamos, lo compartiremos juntos posiblemente en este lugar, bajo tierra. Me hubiera gustado ver el sol, la luna y tal véz, el mar. Pero no te preocupes Madre, intentaré convivir contigo y con los demás sin nada de eso".
Amasha recogió el comunicado con extrañeza, no sabía en verdad de dónde venía aquello, pero con una sonrisa lo guardó en su memoria.
Al tiempo que Amasha quedaba embaraza, otra mujer lo hacía también.
Suhabi tan sólo tenía 18 años recién cumplidos. Suhabi esperaba una hija, una niña, Tesha a la que también le llegó el eco cósmico de poder cómo a Enión.
Algo fuera de ese ecosistema en decadencia quería que ellos fueron los nuevos Adán y Eva que repoblaran alguna parte del universo con una nueva voluntad y una mente más preparada que sus antecesores.
Suhabi al igual que Amasha era madre soltera, en una noche loca de fiesta se quedó embarazada sin saber en verdad quién era el padre de esa niña.
Amasha que tan sólo tenía unos años más que Suhabi, congenió con esta rápidamente.
Ambas iban consolidando una amistad que las uniria por sus embarazos.
El destino quiso que estuvieran juntas, el futuro de una nueva raza dependia de aquellos que llevaban en su interior.
Cuando llegó el momento pasados ya los meses que les quedaban a ambas para dar a luz, Enión y Tesha nacieron ...

Escrito por Carlos Them.

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