Hoy al comprar el pan sucede algo extraño.Fue al entrar en la tienda,un olor se me coló en la nariz, yendo a para a un rincón de mi cerebro donde estaba totalmente olvidado.Era el olor de las rosquillas, el mismo de las que hacíamos en casa de mi abuela.
Mi primer impulso fue el de comprar unas cuantas, pero empezaron a llegarme imágenes a la cabeza, la de mi abuela al píe de fogón friendo rosquillas, como nos decìa que el aceite no tenía que estar muy caliente pues no se harían bien por dentro.Me vino el olor de aceite, del anís y la cáscara de limón.la de mi hermano riéndose mientras me tiraba trocitos de masa.Pienso que mis hijos no tienen ningún recuerdo así, nosotros nunca hemos hecho rosquillas.
Al llegar a casa busco el recetario de mi abuela y voy sacando los ingredientes:la harina, el ázucar, un limón, la levadura, el aceite y la botella de anís.
Voy a buscar a los niños al colegío, me preguntan por lo que vamos a hacer está tarde,¿vamos al parqué?,¿vemos una pelí?,¿a jugar con los amigos?.Les preguntó por los deberes y me dicen que los han hecho en clase.Siguen preguntando; hoy es martes y no tienen ninguna actividad extraescolar por lo que solemos hacer algo juntos.Me resisto, quiero darles una sorpresa.
Cuando ven que vamos a casa se decepcionan un poco.Tranquilos, nos vamos a divertir un montón.
Les hago lavarse las manos y les digo que les espero en la cocina.
-¡Jo, que rollo,!,dice Lucía, mientras intenta ir al salón para ver la tele.Raúl también sale corriendo en busca de su Nintendo.
_Venga venir, ya vereís lo bien que nos lo vamos a pasar.
-Lo que quieres es que te ayudemos a cocinar, vaya cara.
-Qué no, vamos, ¡mira que os gusta protestar.!
Por fin entran en la cocina,aprovecho para ponerles un delantal:
-¡Vamos a hacer rosquillas!
-¿Quién, nosotros?,pero si no sabemos, eso se hace en las fábricas de bollos.
-Venga,que es muy facíl.Tu tío Javier y yo las haciamos con nuestra abuela y estaban buenísimas.
Hacemos un volcán con la harina al que van cayendo los huevos y los demás ingredientes, empezamos a amasar, dulcemente, pero a la vez con decisión, hasta la que masa quedá en su punto justo, ese en el que se puede convertir en rosquillas sin que se quedé pegada en los dedos.
Preparó la sartén con el aceite al que añado una cáscara de naranja para darlesa aroma.Mientras los niños forman las rosquillas, juegan con la masa, se ríen, a veces se lanzan un trozo.De pronto hay rosquillas gusano, super rosquillas,alguna con forma de serpiente, incluso rosquillas"alien",muy propias de Raúl.
Entran en la sartén y el fuego hace su alquimía,ahora la masa crece y se va conviertiendo en unas rosquillas maravillosas.
Llega Luís y nos encuentra en la cocina, embadurnados de harina, con las manos en la masa.Se quitá la corbata y se pone un delantal, invéntandose unas rosquillas pato y roscas con patas.
Cuando terminamos los niños van derechos a la bañera, nosotros nos quedamos limpiando la cocina y haciendo un chocolate caliente.Por un instante me parece ver a mi abuela, en el quicio de la puerta,sonriéndo. |