Errar es humano, perdonar es divino, reincidir es diabólico.
A pesar de esto el ser humano tiende a repetir errores.

Dios reconoció su error en la Creación y al ver que la maldad era mucha en la tierra, se arrepintió de lo hecho y envió el Diluvio Universal haciendo borrón y cuenta nueva. Salvó sólo a Noé y a su familia y a una pareja de cada una de las especies vivientes.
Cuando los hombres reincidieron, Dios trató de extirpar el mal destruyendo a Sodoma y a Gomorra, pero finalmente, al ver que todo era inútil, desistió de sus intentos por mejorar a la humanidad y desde entonces el mundo va como va.

Muchos lamentan toda la vida sus errores y en cambio algunos ven que los suyos se convierten en éxitos. Algunos descubrimientos científicos proceden de felices equivocaciones. El descubrimiento de la penicilina por el Dr. Fleming fue el resultado de un error en un cultivo de laboratorio.

La venta de Alaska a los Estados Unidos en la época zarista por poco más que siete millones de dólares, es un ejemplo de error que redunda en beneficio de otros. Los Estados Unidos ejercen desde el 1867 la soberanía sobre ese territorio y podemos imaginar que los líderes del Soviet Supremo hayan lamentado el error de la venta que los privó de ese enclave estratégico.
América, como se sabe, fue descubierta por error, Colón se proponía llegar a las Indias y si bien encontró muchos indios, éstos no eran hindúes.

La organización Amnistía Internacional se opone a la pena de muerte basándose en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, porque el error en una sentencia de ese tipo es IRREPARABLE.
Por suerte no todos los errores matan, que si los de ortografía y los de traducción lo hicieran, sí que el mundo estaría despoblado.

En Livorno, hace dieciocho años, ocurrió un episodio trágico- cómico. Se sabía que Modigliani había hecho unas esculturas que habían desaparecido. Las descubrió un pescador en el rio Po. Fueron atribuidas con toda seguridad a Modigliani y poco más tarde se supo que unos estudiantes de la Academia de Arte habían hecho las esculturas y arquitectado todo para poner en ridículo a los expertos y a la crítica, cosa que consiguieron ampliamente.

Concluiré refiriéndome a esos errores que tienen algo de patético y mucho de ridículo; son los furcios o metidas de pata que se cometen al hablar o al escribir.
En la radiofonía se han cometido furcios que quedaron famosos. Hubo una transmisión de preguntas y respuestas en La Argentina en la cual preguntaron a una concurrente :¿Cual es el fruto del nogal?
Pese a la sencillez de la pregunta la muchacha no conseguía responder, el presentador quiso ayudarla : “con el nombre de ese fruto se designa también una prominencia del cuerpo del varón adulto”.
Ella se muerde los labios,”lo tengo en la punta de la lengua,dice. !ah.! Sí!¡Banana!” grita encantada.
En esta anécdota y en la sucesiva es evidente el famoso lapsus lingüe incluído por Freud en su teoría del subconciente.
Escribiendo se pueden deslizar también metidas de pata o gaffes.
Una amiga mía decidió ir a vivir en otro país, ésto disgustó a su madre y por un tiempo las relaciónes entre ellas se deterioraron, pero al final se despidieron en armonía. Entre ellas hablaban inglés y en una de sus cartas, la madre escribe al saludarla “ kisses from your mother that don’t firgive you (besos de tu madre que no te perdona) cuando en realidad lo que quiso escribir era don’t forget you , (tu madre que no te olvida). Verídico .
Para terminar y saludarles hasta la próxima les dejo una frase de Confucio:
”El hombre que ha cometido un error y no lo corrige, comete otro mayor”.

Yvette Nino Schryer