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Una vez cuando era pequeño, tuve que presenciar un hallazgo macabro a propósito de revolver un contenedor en busca de una muñeca, a partir de ese momento y hasta la fecha donde ahora soy un cincuentón es que tengo una extraña fascinación por lo que hay en la basura.
Paradójicamente soy un hombre pudiente, tengo dinero como para comprar lo mejor. Me dedico a la computación y hacer conexiones de red.
Cuando ando por la calle siento un impulso tremendo por recoger las cosas que veo tiradas cual si ellas fuesen oro y yo un cartonero; de más está decir que mi señora vive renegando por este real motivo.
Lamentablemente no soy artista pues sino intentaría crear a partir de dicho elemento.
Cuando se dan las circunstancias de que nadie me vigila, rápidamente me dirijo hacia un conocido predio del cinturón ecológico que está aquí cerca y me siento por horas a mirar el horizonte infectado del hedor que emana del basural; la variedad de colores que aportan los distintos envases de mercadería, inertes soltando vapor por doquier.
Pude sonar muy triste lo que estoy contando, pero es un verdadero trauma que jamás he de resolver con éxito, se perfectamente que es algo que siempre me ha de acompañar hasta el final de mi días, donde he de pedir como última voluntad que por favor me depositen en un cajón hecho con tablas sin pintar de pino comunista.
En estos momentos estoy recostado sobre el cubrecama que está hecho de retazos de distintas telas. Y una lágrima, cual bomba atómica, recorre mi rostro lentamente hasta depositarse en la almohada.
Voy entrando en un sueño profundo donde puedo ver un túnel muy largo, quien al final del recorrido exhibe una luz penetrante. De allí, por el caño, entra un monstruo verde quien se abalanza sobre mis pies comenzando a lamer cual perro. No pudiendo aguantar más la risa de placer me despanzurro en la cama.
Pero resulta que todo es una extraña pesadilla intrasendente de donde enseguida vuelvo a despertar.
Ahora la única verdad es que mi señora está a mi lado durmiendo desnuda, con un tremendo aroma a perfume de feria artesanal y pintada más allá del límite de los labios; lo que por consecuencia aviva deseos non santos, que por desgracia terminan por despertarla y de muy mal humor.

Texto agregado el 17-10-2010, y leído por 104 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
18-10-2010 Muy bueno. Filiberto
17-10-2010 Pues quítale el mal humor!!!, muy bueno, mis ***** PENSAMIENTO6
 
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