Estoy dibujando una animación en la pantalla de Flash, pero en cada cosa que hago, del otro lado me observo como en un espejo (Que de seguro ha de ser la herramienta en plenitud). Es difícil de explicar semejante simbiosis pues sería de suponer que se trata del insigne reflejo del artista plasmado en su obra. Pero nada de esto se así, ya que son reflejos de mi fisonomía observada en cada rincón, figuras de mi mismo, habiendo siento de miles de copias pululando en la obra esparcidas como desapareciendo en cada momento, algo así como si se tratase de estrellas que se extinguen una a una pero que enseguida aparecen en otro sector del espacio vacío.
Hasta inclusive escucho una coro de risas y llantos que suena cual tono de mi voz salido de las propias entrañas. Pudiéndose observa con el debido detenimiento serias discusiones del inconsciente tratando de ofrecer, el pobre invisible, una explicación psicológica del trance en el que me veo inmerso, embebido como en llamas pero de aquellos efectos de cámara utilizados para reproducir un eco interminable.
Sin embargo un par de ellos, que hacen de mi papel, pasan al frente, están ahora parados ocupando todo el espacio de la luna que flota en el sistema, haciendo de máscara de la pobre caricatura que estoy inventando, quien por ahora, paradójicamente desde allá en el fondo, solo mueve los ojitos haciendo más patética la escena. Y en la medida que avanzo en el trazo, otros se van agregando con diferentes posturas.
Finalmente los colores comienzan a parpadear, pues se siente que la escena se expande y se contrae cual si estuviera presa de un latir superior que determina su esencia.
En eso golpean la puerta de calle, levantando mi cuerpo apurado ¡Como levitando! Inmerso en las facultades de la percepción, más con total patetismo, en la zona de la nuca y parte de la espalda, veo la triste presencia de microbios que se meten en el sudor, como aleteando con mucha fuerza contra la piel, dispuestos a jugar al tiburón y la corvina rubia.
Pero resulta que es mí hermana gemela quien llama desde la entrada y entonces todos esos seres espectrales cambian la actitud, junto con la temperatura, pudiendo escuchar sus pensamientos que salen al mismo tiempo como diciendo: Ah resulta que tienes una hermana monísima.
Entonces al estar ella adentro, yo desesperado me rasco como un perro intentando quitarme la comezón que me carcome, mientras que mi pariente cercana me pregunta si todo anda bien.
Como primera medida yo contestando que todo sobre ruedas enseguida invitándola a observar mi jardín.
La luz del sol entra desde afuera estallando en el ambiente haciendo recordar la yema del huevo, estando sonriendo con el sarro que se me escapa de los diente alojándose como charreteras en los hombros del soldado.
Puedo jurar que una fuerte sensación de furor algo entrecortado acierta sobre mis pasos a un ritmo enloquecedor. Al punto que al llegar al área de trabajo me está costando horrores tener que disimular haber tenido que transitar miles de millas en la propia memoria presente recorridas en apenas unos miserables nanosegundos, donde el cuerpo sufre sin chistar por el cargamento y el aliento que sale cual vapor de locomotora .
Sin solución continuidad tuve que declararme culpable de haber desenchufado la computadora apurando el plazo de vencimiento de los programas en concepto de prueba y de haber colocado una placa de video en la ranura equivocada, viéndose las reproducciones con los personajes pata para arriba, según me informan, después, más tarde, teniendo que enfrentar a mi cuñado a las trompadas.
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