Sólo espero, en alguna forma, una señal
porque las que has dado inducen
lo que mi cabeza no deja de pensar;
tibios besos tintos conducen
a un abismo sin final
y aunque no quiero interrumpir tu felicidad
tu piel está tibia al despertar;
en la búsqueda de respuestas y la libertad
parezco estar ausente en tanto relumbrar
estas pocas horas me han llenado de ansiedad.

Hablo con los dioses, que saben como dar
aunque sin compasión
este tipo de señal
Zeus y Júpiter en su intervención
brindan por la muerte ancestral
y todo bicho que contamine este mal.
El amor no es cosa de niños
menos del temor
aunque miedo tengamos de este amor
el fuego arrasa igual que una canción.

Tengo miedo de volar en esta ocasión
porque tu actitud nerviosa
me sopla al oído esta confusión
algo está mutando en tu baldosa
y yo me desespero de no bailar contigo esta canción;
aunque digo intuición
la cosa está un poco fangosa
entre tan breve conversación
la pujante caricia dudosa
y al final no hay acción.

Trato de interpretar cada movimiento
pero es el vino el que me traba
y si es un presentimiento
que nazca luego el que destraba y acaba
sea o no un tormento,
imprime en mi piel el testamento
que me ilumine para estar pendiente
y leerte en cada movimiento
como una llamada que llega prudente
tomando palabras que no mueren en el intento.