Hoy, mirando fotos viejas, sentì la cantidad de luces que se apagan en el alma humana con el paso del tiempo. El placer de bailar, de mover el esqueleto, la alegrìa de compartir con las amistades un buen ron y una tertulia sabrosa, salir en pareja a ver como se oculta el sol en la tarde mientras el cielo se llena de colores antes de vestir de negro y estrellas o hacer lo mismo pero al amanecer. Cosas sencillas y sin valor monetario, pero que llenaban nuestra juventud de eso...de juventud.
Hoy la piel se sonroja ante los rayos del sol, el calor absoluto moja hasta el alma y hay que correr a refugiarse bajo el agua, o en el peor de los casos ante un ventilador, o buscar un lugar con aire acondicionado y luz artificial para retocar el rostro brillante y pegajoso que nos da la menopausia.
Tomar hormonas para sentir un poquito de juventud acompañada de nauseas, tomar brebajes naturistas para no tomar hormonas, tomar vitaminas para espantar las arrugas y las dolencias propias de la edad, tomar calcio para los huesitos y tener una rutina de viejita para no parecerlo. (Ni sueñes con tomar ron)
Compartir con los niños que ya son adultos y con los bebès que ya son adolescentes ademàs de los niños que sabe Dios de donde salieron y que son encantadoramente iguales a sus padres a su edad y tener que explicarles todo el arbol geneològico entre sorvo y sorvo... de agua fria, pañuelo al hombro y calor de hogar, de amor, de tiempo, de vida en familia, calor absoluto. Solo una buena mùsica a veces nos salva y nos sumerge en los gratos recuerdos, mirando fotos viejas.