me dijo tantas cosas dulces que le amé sin pensar... tenía ocho o quizá cinco años, no lo recuerdo, pero su voz y la ternura de sus manos eran compasivas... quizá por ello fue que siempre le llamaba... hasta le buscaba a su casa pues no vivía con mi madre ni conmigo, vivía con otras personas, a las que pude averiguar con dolor en el alma, que era su otra familia... le vi besando a otros niños, hablando con una señora de rostro puro y contento, le vi a mi padre en su otra familia y pude entenderlo todo... nunca más le quise ni pude ver igual... fui un renegado, hice cosas que nadie pudo haberlas hecho, escapé de casa y luego de años y años de tanta oscuridad, una tarde encontré a mi padre, dentro de un auto con una señora que no era la misma... iba a saludarle pero algo dentro de mí dijo que callase, que no dijera nada. eso hice. seguí con mi vida. viajé mucho y nada... no sé qué buscaba, quizá la raíz de la ternura y el amor sin nombre propio... lo cierto fue que llegué a un lugar en donde sentí que era mi lugar, mi único hogar... han pasado los años, jamás he tenido familia, quizá fue la soledad, la ternura que encontraba cuando llegaba la noche y buscaba el silencio total para encontrar la voz de mi mundo interior, no lo sé, pues no tuve familia jamás... vivo en un cuarto alquilado y ya cuento con más de sesenta años... he pintado muchos cuadros y en cada uno de ellos le pongo gotas de ternura, aquella que encontré dentro de mi mundo interior, cuando descubrí que toda la pureza y amor estaba en mi respiración, y en la de cada criatura que percibía en el universo... dicen que veo a mi padre en sueños, pero no recuerdo mis sueños... dicen que hablo de noche, pero no lo sé... espero que en uno de los tantos sueños que prodiga mi mundo interior, encuentre a mi padre y le pregunte qué de la vida de aquella señora y los niños que cuidaba aquella tarde cuando salí de mi casa para no regresar igual nunca jamás... |