La envidia anda descalza,
sigilosa y sin ruido,
y se infiltra como lanza
en mi pecho compungido.
Siento una pena profunda
y la vergüenza me embarga
por este hacer nauseabundo
que lo que hago lo amarga.
Temerario me adentré
en este Parnaso divino,
y doy cuenta destrocé
con mi torpe desatino.
Pretendo versos componer
sabiendo no soy poeta,
y es fácil de comprender
no salga ni una cuarteta.
Cuando a vosotros os leo,
el éxtasis me embriaga
y siento alcanzar el cielo
por lo mucho que me agrada.
Bien sé que contra mi osadía
un fácil remedio tenéis:
olvidar de que escribía
estos versos que no leéis
Texto agregado el 07-07-2004, y leído por 162
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Lectores Opinan
08-07-2004
¡Rayos! ¡Truenos y centellas! Versos que son poesía. ¡Felicitaciones! maravillas