Erase una vez un “tal vez”, que aburrido de su condición se fue con sus amigos, un “ojala” y un “quizás” para ir en busca del “tener” del “hacer” y del “querer”, emprendieron el viaje y no muy lejos de su punto de partida quizás se partió un pie, ojala se quebró una mano, tal vez se desanimo por el estado de sus compañeros, entonces, llego “sí se puede”, lleno de optimismo, les hablo de la siguiente manera: “Compañeros hoy vengo para decirles que el mañana no demora, y que hoy se está volviendo ayer, así que utilizando el miedo a no ser, les vengo a inculcar un gran y un sonriente si se puede, si se puede, si se puede.” Entonces ojala miro a tal vez, quizás miro a ojala, tal vez miro a quizás, y pensaron todos para sus adentros, “es posible”, y como estos sujetos sanaban con solo desearlo, siguieron su camino, largo y penoso.

Después de mucho caminar, ojala le pregunto a sus amigos de viaje, -¿Están viendo lo mismo que mis ojos están viendo?-, los compañeros le dijeron igual de impresionados que si, entonces, se acerco ella, la princesa, la infaltable, la eternamente hermosa, la siempre deseada, la intensamente imaginada, ojala pensó: -si fuera más alto quizás ella sería mi compañera-, quizás pensó, - tal vez si le digo que está muy bonita, será mi compañera¬-, y tal vez pensó, -ojala no estuviera casado-, estos tres personajes la miraban fijamente, hasta que ella sintió que la observaban, se dio media vuelta y los compañeros de viaje, incómodos miraron para otro lado, ella sonrió, se acerco, y dijo: -hola me llamo esperanza, pero ya mi esperanza no te nombra- y sin dejar de sonreír, se volteo y caminando despacio se alejo del lugar, mientras los tres viajeros la miraban alejarse, difuminándose con el paisaje, y la princesa despareció en el horizonte.