Inicio / Cuenteros Locales / dario_b_malik / Reflexiones sobre la Puta y el Piano
“Regresó de su viaje. Había marchado al modo de los héroes, dispuesto a romper los cimientos de Atenas, y a su vuelta fue recibido espoleado con el respeto que se dedica a las rameras parisinas.
Rodeado de ebrios en el burdel, apenas intentó ser partícipe de la vana celebración. Y para aislarse de la algarabía, refugiándose en el vidrio helado, alternativamente miró a la puta y al piano, decantándose por el último. Apenas intuyó un par de notas, Friedrich obró en su convicción de dogmatizar a Dionisos, sin alcanzar a predicar jamás con el ejemplo...”
En 1957 el psicólogo social Festinger formulaba la Teoría de la Disonancia Cognitiva. Este término viene a definir la situación en que no se da concordancia entre conductas y actitudes. Por ejemplo, uno entiende que fumar es perjudicial, pero continua fumando. Ante ese caso de disonancia cognitiva para preservar la salud mental, el ser humano opta por a) Cambiar las actitudes (piensa que en el fondo fumar no hace tanto daño si lo controlas)b) cambiar las conductas (Dejar de fumar).
En caso de no producirse cambio alguno, la disonancia se mantiene, y el equilibrio mental puede tambalearse. Nietszche es sin duda un ejemplo personificado e histórico de esta teoría. Su genio literario y epistemológico, capaz de romper con toda norma moral y científica establecida, no fue nunca aplicada para sí mismo, en una biografía de tormento en la que años después de su ruptura con Wagner, siguió enamorado secretamente de la esposa de éste, en un silencioso sufrimiento. A pesar de abogar por una cultura dionisíaca, acabó abrazando el ideal ascético desprendido de cualquier intento orgiástico.
El término de disonancia cognitiva es también aplicable también en la historia. Supongamos, siempre hablando de casos hipotéticos, que dentro de orden mundial, existiera un orden establecido que conllevara que mientras un primer mundo vive con cierto lujo, tres cuartas partes de la población soportaran esa economía, por debajo de los umbrales de la pobreza. Posiblemente las conciencias se vieran afectadas al ser conscientes de su responsabilidad sobre el mal que a otros directa e indirectamente inflinge. Encontraríamos entonces esa disonancia en un razonamiento del tipo “Cada uno de mis actos de consumo, contribuye a perpetuar ese status. En cambio, siento solidaridad por lo que les ocurre a estas personas”. Ante esta disonancia los sujetos del mundo privilegiado pueden optar por a)Realizar un consumo responsable, practicar un comercio justo. b) Pensar que en el fondo nada de lo que haga afecta realmente al mundo, y por tanto no puede ni debe autorresponsabilizarse. c)Aún existe, en el “hipotético” caso una tercera opción que es el santo invento cristiano de la limosna. En cualquier caso, toda excusa es válida para preservar nuestra salud mental.
Una vez escogida la opción que nos parezca más apropiada, podremos seguir viviendo en el búrdel, recomendando a todos que toquen el piano.
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Texto agregado el 07-07-2004, y leído por 482
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Lectores Opinan |
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07-07-2004 |
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Un comentario bien desarrollado. Además muy sugerente. 5 estrellas.
Si ves que un auto arrollará irremediablemente a una familia de 4 personas y te das cuenta que en tus manos está arrojar a una viejita que tienes a la par para que ella sea la atropellada y no la familia, si no la arrojas no es por disonancia cognitiva (sabes que puedes salvar 4 vidas al sacrificar una y no lo haces) sino simplemente que la escala de valores te permite mantener una conducta ilógica pero congruente con el instinto de conservación y tu ética (en el primer caso el asesino es el del auto, en el segundo el asesino eres tú). Otro caso es el uso del carro, 2 toneladas de chatarra que se utilizan para mover a 70 Kg de gente, cuando podrías usar una bicicleta. Sin embargo, otros factores favorecen el uso del carro, la rapidez, la seguridad, la comodidad de estar ajeno a las inclemencias del tiempo y no cansarse, todo esto hace que optes por una solución que sabes no es la más amigable al ambiente. Es importante revisar las escalas de valores de cada quien. Pero no hay que ajustarla a lo que se concibe como bueno, más bien hay que ajustar lo que se concibe como bueno a una escala de valores fundamentada por lineamientos éticos y humanísticos. Allí, considero, radica la verdadera disonancia cognitiva. A quien ajusta que y porqué. No solo por salud mental, sino por nuestra naturaleza moral. Es decir, pues, esta disonancia es el costo que tenemos que pagar para no ser disfuncionales socialmente. rodrigourrejola |
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07-07-2004 |
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Leo un texto sumamente interesante, bien desarrollado. Originalmente me desconcertó el primer párrafo, entrecomillado, y posteriormente me di cuenta de que es un texto independiente del propio autor, citado aquí. Sugeriría redondear más el final del ensayo, es más contundente al principio que al cerrar. Un abrazo, danielnavarro |
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