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La tormenta había cesado y tan solo unas cuantas nubes ocupaban los sombríos cielos de Hamutti, la ciudad del Gran Templo. Con la salida del sol, se pintaron de oro los tejados de las casas y las torres de guardia parecían flamear con el repentino viento sur proveniente del mar.
Muy pronto fue ganando la vida, con el estrepitoso andar de los caballos y el grito desesperado de un mercader codicioso. Así entremezclado con la muchedumbre sobresalía la figura de un pesado guerrero devenido en mercenario, su nombre Turgis Thorfinn el cunita. Una oscura capa le ocultaba el cuerpo, su rostro reseco así como su largo cabello rojo le daban un aspecto temible. Durante horas camino sin destino hasta encontrar en la taberna la fresca compañía de un vino lumerio. Estuvo allí toda la mañana, cuando sobre el mediodía salio a la compra de un caballo. Recorrió las calles sin suerte, su dinero no valía ni un jamelgo escuálido y roñoso.
De pronto sus opacos ojos verdes dieron con el cuerpo atormentado de un hombre casi desfalleciente. Estaba encadenado, sujeto a la pared como si fuera un lobo. Turgis se acerco al cautivo sin temor a represalias. Le alzo la cabeza y comprobó que aun respiraba. Piadosamente le mojo los labios con un poco de vino para después embeberlo con pequeños sorbos que al recorrer su garganta reseca lo hicieron toser con furia llamando la atención de tres guardias.
__ ¡No puedes alimentar al prisionero!__Grito el mas valiente de ellos.
__No lo alimento, le doy de beber…__ Exclamo Turgis.
__ ¡Tampoco le des de beber!__Replico el corpulento soldado.
__ ¿Que mal pudo hacer este hombre para recibir tan dedicado castigo?__Pregunto el mercenario.
__Su nombre es Paros el escriba y esta allí por contradecir a mi señor Janus El Dador de Tesoros__.
Turgis sonrío siniestramente, llevo ambas manos a su espada y de un chirriante golpe corto las cadenas que sostenían al escriba cayendo este al piso. Los soldados desenvainaron de inmediato.
__ ¡Tu cabeza rodara por esto!__Grito uno de ellos lanzándose al ataque, desgarrando el aire con la espada. El cunita devolvió certeros golpes que abrieron la carne de su oponente. Un segundo atacante quiso sorprenderlo por la espalda pero una vez mas hablaron las armas, Entrechocando acero con acero, vida y muerte. El tercer hombre, confundido, fue por refuerzos.
Con cuidado, Turgis alzo el miserable cuerpo del escriba. Velozmente corrió hacia el caserío en donde encontraron refugio con la ayuda de unos ancianos. Paros entreabrió los ojos y no pudo decir palabra, luego volvió a desvanecerse. Por la noche el fornido Turgis cargo al escriba sobre sus hombros. Gano la calle y tal como lo recordaba hallo las alcantarillas a pocos metros de donde había salido. En silencio levanto la pesada verja, de un salto ingreso al desagüe con el escriba a cuestas. Utilizando su brazo libre tanteo las paredes avanzando con el agua hasta las rodillas. Tiempo después el mercenario diviso la boca del desagüe por donde finalmente escaparon.
Cercano el nuevo amanecer, Paros despertó de cara a la Buena Diosa en su cuarto rostro. Su protector intentaba armar una pequeña fogata. Cuando.
__ ¿Cual es tu nombre?__ pregunto el escriba.
__Por fin despiertas (gruño el guerrero) mi nombre es Turgis Torfynn de Cunitia.__ Concluyo acariciando el cabo de su espada. Paros sonrío dolorido, luego volvió a decir con desesperanza.
__Amigo mío no siento la mitad de mi cuerpo, se que estoy muriendo__concluyo. Turgis permaneció cabizbajo.
__Pero no te preocupes reconozco este lugar. En la cima de esta colina (hizo un eterno ademán) se encuentra el hogar de mi amada, llévame hasta allí y será lo ultimo que te pida.__
Turgis asintió con la cabeza y sin pensarlo se puso en marcha hacia lo alto. En aquel instante comenzó a llover copiosamente. Torpemente se abrió paso por el barro, podía escuchar el sonido de una flauta.
__ Tarja__ murmuro Paros
El cunita dejo que las tenues notas musicales lo guiaran. De pronto una pequeña casa de madera y piedra salto a la vista. Una vez allí abrió la puerta de un fuerte golpe. La joven era hermosa en verdad. Su rostro delicado no pudo contener su asombro.
__ ¡Paros!__ Grito al cielo. Con sus manos temblorosas intentaba componer lo irreversible. El joven escriba le hablo muy suavemente y ya no pudo contener sus lágrimas. Se besaron largamente sin decirse una palabra.
Turgis dio media vuelta, dejo sobre la mesa unas piezas de plata, tomo del corral un caballo y se alejo sin rumbo fijo. Después de cabalgar un tiempo escucho el grito entrecortado de la joven. No tuvo el valor de volver la cabeza. Lo peor había pasado.

Texto agregado el 08-10-2010, y leído por 140 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
05-02-2011 me encanto ppitta
21-01-2011 Muy buen relato!! está muy bueno, del principio al final, me encantó!***** silvimar-
08-10-2010 Me gusta el estilo. En alguna ocasión algo excesivo el rollo Conan, pero es algo diferente en la página. Se me escapan un par de detalles de la historia como la relación de Turgis con Janus (que quizás esté en otro relato) y la chica del final que no sé de dónde sale. Egon
 
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