Ella habita en la bahía donde el viento y la lluvia sacuden sin piedad alguna jugando con los demás. Pero es alta como los verdes pinos como las mareas altas y me recuerda la primera. Aquella que sin exigencias ella, la primera, me permitió acariciar sus senos, besar sus labios, penetrar en su interior. Sin mas ni menos se quedó a vivir en mí para siempre, por siempre desde recuerdos adolescentes que resplandecen sin morir.
Texto agregado el 07-10-2010, y leído por 223 visitantes. (3 votos)