Como un rumor intuyo el misterio motivo
vinculo secreto del vocablo.
Aqui­ pluma ardiente,
alla las mismas plumas eternas
de un Argentino en cuyos ojos se repite un oscuro poniente
y de un Frances desafiando en cada verso la Muerte.

Aqui la intencion sostenida con firmeza entre dedos sigilosos
que traen silencio de agua cuando la noche
cabe entera en la angustia del verso.
Un canto rompe el aire como una piedra.
Ha dibujado un arco tenso sobre la hierba que
Whitman alzo en otro canto insolito y bello,
y como un anhelo busca ondas prometidas de riachuelo.

Soy yo ahora la piedra/canto y dos son las ondas
ilimitadas que rebosan de sabores ineditos mi paladar
inquieto, de verdades pronunciables solo en el poema.

Maria dandole voz a la madrugada, manos extendidas,
inmortal ya su madre a fuerza de etimologias,
visiones cuya belleza trasciende preconcepciones.

Renata desandando sola su Praga
reviviendo con fuego poetas que jamas han muerto;
reinventando rincones de tres continentes:
legado de huesos, amores, intolerancias, metaforas,
quimeras...

Nada nos separa.

Si extiendo mi mano, puedo tocar el filo
de su intelecto.
Amazonas incorruptibles balanceandose en el
borde de angostas esperanzas.
Hay que recordar el silencio que precede al grito
nacido en la yema de los dedos.
Primero fue el limpido valor que el miedo.

No me abandonan tus mil demonios.
El azul profundo de tus ojos es tambien mi mar.

Por cada palabra que devore volvi a un principio
de amor y respeto absolutos.

Nada nos separa, mujeres de carne, de lagrimas, de piedra.

Somos diminutos dioses asustados
jugando a crear universos con el barro
de nuestras maculas y penas.