Me pediste una poesía, María Concepción. Tal vez porque intuís que en el poema durás. De su verdad artificiosa extraés lo mínimo para cruzar de un amanecer a otro. El salto de la alegría entre luz y sombras lo ejecutaste sin duda alguna, sin temor, también sin ningún reproche, sólo con amor. Y la vida te concedió muchos deseos. Ahora, sin conocerlo en persona, ganaste el aprecio del poeta. En sus letras te evoca El nota que creaste de la desesperanza un futuro promisorio y guiaste a tus hijos. Esta poesía la escribo con el corazón lleno de alegría. Así te la obsequio. Oscar.
Texto agregado el 05-10-2010, y leído por 217 visitantes. (2 votos)