Depredador cibernético VIII


No todas las conquistas fueron visitadas, por múltiples razones, ocupaciones, trabajo, quizá simplemente aquella persecución sin fin como lo dijo Any de los cuento. Net. Se había vuelto fastidiosa, me había hartado. El proceso con Nayi fue muy parecido al resto, la única diferencia que un día me dijo que su novio no estaba en la ciudad y que tenia “ganitas” me reto a que le demostrara que soy escritor y a que le dijera cosas para excitarla, en realidad la palabra que ella uso fue: “calentarla” entonces comencé a usar mis mejores frases eroticas, aderezadas con algo de ternura y melosidad, aquella cadena de frases, extraídas de las mismísimas paginas de las obras del Marqués de Zade, Nayi estaba frente a su Cam manipulando vigorosamente su clítoris, y con el audio encendido se escuchaban sus exclamaciones…

Aquello me trajo algunas dudas, ¿no estaría cayendo en la trampa de una de esas cazadoras de ingenuos por internet?, (aquello sí tendría gracia, el cazador, cazado).

¿Cuál sería el verdadero objetivo de Nayi: conocerme, usarme solo para su placer, cual?
¿Nayi seria real?, ya me había pasado que las interfectas pusieran una foto que no era la de ellas en el perfil. Pero aquello no era una foto era la Cam, por un momento pensé en una grabación pero con el tiempo lo podría descubrir.

El segundo día, ahí estaba, la conversación comenzó a subir de tono y nuevamente Nayi. Se desnudo y masturbo frente a la Cam, no cabía duda era real, intercambiamos celulares y entonces la relación creció, lo que comenzó como una aventura: ciber-sexual se estaba convirtiendo en un romance.

Las conversaciones siempre desembocaban en ciber-sexo, aquello había tomado un rumbo inusual, yo insistía en que me permitiera ir a verla, ella se negaba siempre pretextando mil cosas. Y un día Nayi, acepto verme