Me almorcé un Dios
Que solo lo venden en las Dioserías a las que nadie quiere ir. Donde los tristes y los felices se encuentran a discutirtse.
De si es bueno cambiar para un poco de alegría tener.
Y dejar por fin de envidiarse las ropas.
Y encontrarse con mil cosas que uno habría querido no saber nunca. Y cortarse con mil fríos que nunca nos habían dado fuera de nuestras copas.
De hacer mil versos y nunca haber escrito una estrofa.
De agarrarse de ramas que antes de tirarse estaban rotas.
Porque no estamos en el zigzagueante conocimiento… sino el sinuoso camino de un alma un poco sola.
Y jugarse por el número que uno tiene. El que está escrito en el corazón y es infinito como sus sentidos.
Pa’ que se mezcle con el conteo de un sistema maldito.
Y desoriente todas las agujas que andan a imán.
Y se entiendan que se burlan de las cosas que no sienten…
Que los que creen escribir VERDAD, les cortan los dedos las letras que no vienen solas.
Texto agregado el 04-10-2010, y leído por 147
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Lectores Opinan
09-04-2011
El principio es demoledor, me almorcé un Dios que sólo venden en las dioserías... Genial nomegustanlosapodos
04-10-2010
Benditas drogas, nos hacen ver cosas que ignoramos generalmente. Me gusto. jaime_bss
04-10-2010
Porque no estamos en el zigzagueante conocimiento… sino el sinuoso camino de un alma un poco sola... Una buena y tetrica reflexión, buen trabajo. Saludos desde Iquique Chile. vejete_rockero_41