yo aspiro a una lluvia que estremezca los sueños y deseos, la juventud de los adentros, una lluvia roja o violeta, una de contornos definidísimos, una que me eleve en cada gota que rebota desde las esperanzas a los tuétanos de la tierra; una lluvia como muchas que se parezca a lo que queremos usted poeta y yo simple mortal, una lluvia brillante y como de luna que me permita comer un bocadito, una lluvia tan lluvia como la noche llena de estrellas fugaces... pero es una lluvia, una sola lluvia que me derrame, una lluvia de Golcondes conocidos con bombines de colores y cielos verdes o hasta negros, si se quiere, el negro del amor inexistente que caiga o se desentierre... deseo una lluvia que se llame poesía, una que moje la psicología, una que nos disuelva en cristales, que nos arrastre, nos lleve, como no sé qué cosa, como lluvia quizás, como lluvia en el río, como lluvia en el rostro amigo, como lluvia que moja dioses, como lluvia no identificada, como lluvia de labios feroces… estoy queriendo una lluvia, lluvia de lluvias… una lluvia enciclopédica que revoluciones los conceptos, una lluvia vectorial que mida y llegue hasta el infinito… una lluvia tan compacta como el mar, tan inmensa como las pasiones y tan tan tan absurda como un espiral…
yo quiero una lluvia píxelada de sonrisas, una lluvia permanente, indudable… como fotografía.
Así que pido, casi imploro… lluvia, lluvia, lluvia.
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