SUSANA SI SOBRA

Una madrugada de un 2 de diciembre nacía una niña, con unos enormes ojos negros dentro de ellos guardaba la esperanza de una mirada de la vida.
Fue creciendo en un seno de una familia con valores por ahí estaban fuera de época, sus ojos comenzaron a humedecer tratando de limpiar, lo que dejaba el polvo de sus calles.
Aquellas que solo transitaba con miedo y donde veía a los demás disfrutar. Pero como estaba estipulado en el código de esa familia nunca se detuvo a preguntar si ella tenía permitido.
Llego la adolescencia con sus limitaciones a estudiar poco total es mujer y debe estar en la casa. Hasta ese momento solo miraba por los demás y tal vez no tenía permitido sentir. A sus padres no les enseñaron que las manos sirven para acariciar no para pegar cuando las cosas están mal, como así tampoco que las cosas bien realizadas necesitan una felicitación, por algo tenemos la posibilidad de hablar.
Solo sabía que cumplía años y se modificaba los números pero para ella no cambiaban las cosas, estaban los demás porque no tenía capacidad, para la mirada de los otros.
Pero ella obtuvo algo muy preciado trabajar ahí se sintió dueña de esos momentos, pero de a poco se transformó esclava de las palabras de los otros. Hasta que llegó el día donde encontró a un hombre; ese que tantas veces imagino cuando jugaba a la casita el padre de las muñecas esa familia ideal.
Pero como siempre no se dio cuanta que iba recibir la sobra de una familia, las muñecas ahora tienen corazón y laten fuerte.
Esos latidos que sigue sintiendo cuando los abraza y piensa es la única vez que no recibió sobra se quedó con lo mejor.
Esos ojos derraman lágrimas que recorren sus mejillas cuando mira sus manos y ve que la vida le permite vivir si sobra