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La gotita azul cayó. Estampó una minúscula estrellita sobre la hoja blanca. ¿Acaso era la tinta conque él escribía? Claro, eso no tendría nada de extraño.
Sus cuadernos, sus papeles, sus manos, su ropa, siempre estaban emborronados con esa misma tinta porque le encantaba escribir con la vieja pluma fuente de nuestro abuelo: una deteriorada ‘Parker “51” Superchrome’ con tapa de oro.
Escribía sin cansancio desconcertantes ficciones y hasta se alzó un par de premiazos, uno en España y otro en Cuba. Talentoso el broder, sí señor.
Mientras tanto, yo, desempleado inútil, vivo eternamente con las faltriqueras desnutridas.
Pero, pasado un tiempito, en otra oportunidad según me dijo el broder, la mentada gotita azul no había sido escupida por el punto de la pluma de oro. Dice que le brotó por los poros de la frente. Muerto de la risa me lo cuenta como la cosa más natural.
Hermanito, ¿qué te parece? ¡ sudo tinta ! Cómo no voy a sudar tinta si escribir es un trabajo de esclavo. No te preocupes, es posible que el relente de la noche mezclado con la tinta se me haya metido al cuerpo y yo la he sudado, pues.
Pero este fenómeno se repitió hasta tres veces en la misma semana, una de las cuales yo fui testigo ocular, como suelen decir en los periódicos.
Oye, ni se te ocurra contarle nada de esto a mi mamá. ¡Nada! Ya sabes lo nerviosa que es la vieja. Si se entera de esto le viene uno de esos patatuses que la descoyuntan....
De acuerdo, loco, soy tumba. Aunque sería mejor que comiences a escribir en la computadora
Ni me la nombres, coño.

De nada sirvió mi cómplice encubrimiento. Pocos días después, sus propias sábanas delatoras lo evidenciaron. El sudatinta ni cuenta se dio. Nuestra madre, al tender su cama, percibió en la tela blanca una constelación de corpúsculos azules.
Lo que pasa, mami, es que estaba escribiendo y me quedé dormido. Ese lapicero ha hecho de las suyas. Creo que la pluma del viejo está embrujada. Fíjate que con solo apoyarla sobre el papel la bandida se desliza como la copita de la ouija.
Adefesiero, le dijo mi vieja, carcajeándose.

Pasaron unos días.
Ocurrió en pleno almuerzo casero. De súbito, la frente del broder se perló íntegramente con los benditos puntitos azules. Mi madre pegó un alarido gutural. Estaba espantada. Entonces, se desbarrancó sobre el teléfono y consiguió cita en la clínica. Por supuesto, yo también fui con ellos. Transpirar tinta. Solo al broder puede ocurrírsele tamaño despropósito.

En la consulta, el doctor no dijo nada en limpio. Eso sí, lo atosigaron con inyectables, pastillitas y otros potingues. Luego, durante varios días, recorrió todos los consultorios dejando por todas partes su indeleble rastro azul. Aun así, ningún médico se tragaba lo del sudor hecho tinta. Un joven dermatólogo dijo algo sensato:
Si vuelve a ocurrir, tómele una muestra de la tinta... digo, de ese flujo azul. Le voy a dar un frasquito esterilizado. Un análisis nos sacará de dudas.
Una madrugada invernal, entresueños, presentí que alguien estaba al lado de mi cama. Encendí la lamparita y en efecto era el broder convertido en un auténtico calamar en su tinta azul.
Voy a buscar el frasquito para tomar la muestra. Siéntate, oye. Espera tranquilo...
Cinco de la mañana. Llegó la ambulancia y lo embutieron en uno de esos sacos impermeables para los interfectos, como suelen llamarlos en las crónicas policiales.
º º º
El broder seguía, sin parar, transpirando chorros de su peculiar sudor. En las próximas semanas, en forma inversamente proporcional al líquido que soltaba su cuerpo, iba perdiendo peso y estatura.
Durante este proceso de licuefacción, los médicos esgrimían variopintas y contradictorias opiniones. Que diaforesis o hiperdrosis. Que síndrome de secreción morbosa de humores acumulados por alguna intensa estimulación emocional. Que era consecuencia del consumo de antipiréticos, cafeína, morfina. Que probablemente por la ingestión de antisicóticos, simpatomiméticos... En fin, vaya usted a saber qué querrían decir con tanta jerga. Lo cierto, era que el flaco no tenía otra adicción que no fuese la de escribir, eso me constaba. O sea que las especulaciones médicas no pasaban de ser eso, pura y llana palabrería.
Durante el tiempo que duró este extraño caso las diligentes enfermeras de turno, día y noche, no paraban de achicar el líquido que inundaba cada vez más rápido la tina de plástico, donde yacía inconsciente lo que quedaba del enano broder. Sin embargo, se resistía a morir. Vivía, claro, pero en el cuerpo de un niño como de seis años. Algo inconcebible.
El broder, hecho tinta en su integridad, fue trasegado en enormes frascos. Solo eso quedaba de su otrora imponente corpachón.
•••
Hoy por la tarde, los rayos del sol poniente que se cuelan por entre las persianas del cuarto, el cristal de los recipientes de líquido azul que reverbera con esplendorosos destellos tornasolados.

Oscurece. Este caso clínico, indiscutiblemente trascenderá. Además, lo he venido escribiendo con la misma Parker “51” Superchrome del abuelo. Pero sobre todo, pasará a la inmortalidad porque está escrita con el exótico líquido azul que he birlado de a pocos. Lo extraño es que a lo largo de este escrito, la vieja pluma no ha chorreado ni una sola gotita del líquido.
Finalmente, saldré de la casta de los miserables. Ya estoy viéndome en la puja de la casa Christie’s o Sotheby’s.
» ¿Quién da más por este manuscrito de auténtico sudor azul? «

El broder esta por siempre
inmerso en su silenciosa tinta
Mas su espíritu de Fénix
remonto el vuelo al Parnaso
sin mojar una sola de sus plumas.

● ● ●

Texto agregado el 03-10-2010, y leído por 204 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
07-10-2010 También interesante y entretenido este cuento del sudoroso y póstumo azulino; coincido en parte con la opinión de fafner en lo que requiere como "conexión". Sigue por esa senda, sudatinta. Saludos. cvargas
03-10-2010 era "conexión" y "escritura" fafner
03-10-2010 Un cuento muy original, que mantiene atento durante todo el relato y que tiene, a mí parecer, un cierre un tanto escaso. Creo que allí falta un poco más de desarrollo, no de más escritura, sino de más conezión entre los tres párrafos que prosiguen a los tres puntos negros. Independiente de lo último, me ha parecido un cuento de muy buena calidad, tanto en su ingenio como en su escritora (muy buena y divertida, por lo demás). Saludos! fafner
 
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