Todo había sucedido de una manera muy rápida; ella, en su premura por llegar a cumplir con aquel llamado urgente, hubo de desobedecer la luz roja de aquella concurrida intersección; él, como siempre acostumbraba cuando asistía a recepciones o banquetes, iba impecable con su traje blanco bien planchado y perfumado. El impacto fue violento, los dos automóviles quedaron destrozados en su parte delantera y atravesados en el centro de la intersección; ambos conductores, aunque algo adoloridos, no habían sufrido mayores daños físicos.
La puerta del lujoso Ferraris rojo se abrió y él descendió del mismo, aun un poco aturdido por el imparto y la rapidez con que todo sucedió; ella, por su parte, todavía permanecía en su asiento, de su frente brotaba un fino hilo de sangre, producida por las pequeñas heridas que había sufrido al golpearse con el espejo retrovisor.
El caminó hacia el auto de ella y sin preguntarle ni como estaba, con su acostumbrada altanería empezó a gritarle.
- ¿Es que acaso no vio la luz roja? Mire como ha dejado mi auto nuevo y mi ropa. - ¿No sabe usted quien soy yo? - Esto no se va a quedar así, la voy a demandar por daños y voy a procurar que le revoquen su licencia, gente como usted no deben estar conduciendo en esta ciudad.
Ella, aun sin reponerse del susto y del dolor, solo le pedía disculpas. - Discúlpeme señor, no me dí cuenta, venía apurada por llegar a mi trabajo y pensé que me daba tiempo cruzar. - Lamento mucho que le haya arruinado su auto y su ropa, pero no se preocupe yo tengo seguro y ellos han de encargarse de todo.
-¡Qué seguro de qué!. - A mi eso no me importa en este instante; mire como me ha dejado. - ¿Cómo cree que ahora me voy a aparecer en la recepción que se va a hacer en el hotel Hilton, no puedo dejar a todos plantados por culpa de una inepta que no sabe conducir?. - Siguió gritándole él.
A los pocos minutos llegó la policía y luego de ver la situación, procedió a levantar el acta correspondiente. El seguía gritando y ofendiendo a aquella mujer, que entre dolor y vergüenza solo ofrecía sus disculpas y le explicaba al oficial lo sucedido. Luego de aproximadamente una hora, ya la situación había concluido; entonces ella siguió hacia su trabajo en un taxi y él partió en el auto de un amigo que lo recogió, llevándole de vuelta a su casa para cambiarse y seguir para aquella recepción que personas prominentes de los medios de comunicación nacional le preparaban para agasajarle por sus logros deportivos.
Transcurrieron varias semanas desde aquel incidente de tráfico; aquel Domingo se celebraba un partido muy importante para su equipo; era el más importante partido hasta el momento para su incipiente y fructífera carrera de futbolista profesional. El era considerado el mejor jugador del conjunto, el delantero mejor pagado del país y todos esperaban, que con su aporte, el equipo local obtuviera la copa nacional y su boleto para el torneo continental.
Luego de los minutos protocolares iniciales comenzó la acción del partido; el estadio, estaba repleto de hinchas que coreaban su nombre. Los primeros minutos estuvieron muy reñidos, aproximadamente a unos 30 minutos de iniciado el primer tiempo, ocurrió la jugada que todos esperaban; un compañero le hizo pase del balón muy cerca de la portería contraria. Todos en el estadio se pusieron de pié, para no perderse ninguna secuencia de la mas importante jugada hasta el momento. Corriendo y maniobrando con balón, él trataba de burlar a los defensas contrarios y buscar el ángulo apropiado para enviar la bola a la puerta del rival; ya frente a esta y en el instante en que el guardametas y un defensa contrarios le llegaban por ambos costados, hizo aquel histórico disparo a puerta para anotar el ansiado gol. Con el impulso que traían, los tres hombres chocaron entre sí y él quedó tendido en la grama fulminado por un dolor proveniente de la pierna derecha que le hacia desfallecer.
La lesión era grave y escoltado por los aplausos de los aficionados, hubo de ser sacado del estadio en camilla y llevado con urgencias a un hospital cercano. A su llegada todos se pusieron en función de aquel héroe local; algunos en el centro asistencial estaban viendo el partido y sabían que lo traerían allí.
Luego de aplicarle una inyección con calmantes, para disminuirle el dolor, se procedió a tomarle radiografías de su pierna para comprobar la gravedad de la lesión. Para su infortunio, la lesión era muy seria y necesitaba una intervención quirúrgica urgente, para tratar poner en su lugar el hueso de la pierna y restaurar importantes ligamentos que habían sido quebrados con el golpe. En ese centro médico no se disponía de especialistas experimentados, por lo que se decidió trasladarle esa misma tarde para el hospital ortopédico principal de aquella ciudad, donde si se disponía de cirujanos de experiencia.
Esa noche, luego de instalarlo en una lujosa sala del hospital, le aplicaron mas calmantes para aminorar su dolor y en la mañana siguiente se procedió a convocar a los mejores cirujanos ortopédicos del centro para analizar su situación . Luego de casi dos horas de análisis de las radiografías, se llegó a la conclusión de que dada la gravedad de la situación, solo existía una persona capacitada para la complicada cirugía y la misma estaba de vacaciones. No había opciones, era necesario llamarle y convocarla para la operación.
Esa misma tarde ella llegó a la ciudad y a la mayor brevedad se presentó en el centro médico, le fue mostrado el cuadro clínico del paciente y se decidió que en la siguiente mañana se celebraría la complicada intervención quirúrgica.
Amaneció el siguiente día, muy temprano le despertaron para prepararlo; del éxito de la cirugía dependía su futuro como futbolista. Un profundo miedo le embargó el corazón. ¿Cómo era posible que le sucediera esto estando en la cúspide de su carrera profesional? A eso de las 10 de esa mañana fue llevado al salón de operaciones del centro; afuera decenas de periodistas y algunos fanáticos esperaban ansiosos la culminación exitosa de la cirugía. Ya en el salón se preparó todo y el personal médico de apoyo se situó a su alrededor, al cabo de unos minutos se le empezó a suministrar anestesia y la cirujana encargada de la operación entro lista para comenzar su labor.
Ya casi adormecido por la acción de la anestesia, aquel hombre altanero, que se creía mejor que nadie y dueño del mundo por su fama, hubo de apreciar que la cirujana encargada de su operación, que vestida de verde llegaba a su lado y de la cual dependería su futuro como deportista profesional, no era otra que aquella mujer, que meses atrás, había llamado inepta, a la cual le gritó y ofendió, por el solo hecho de haberle chocado su lujoso auto en un descuido. Ella por su parte si sabía a quien iba a prestarle sus servicios desde el primer instante en que la llamaron estando de vacaciones y aun así no se negó.
Al verla aquel afamado hombre quedó perplejo ante la realidad y vencido por los efectos anestésicos solo pudo decir como un susurro: - Discúlpeme doctora, discúlpeme.
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