VERDADES

Parecía que rezaba al amanecer. Con una rodilla puesta sobre el cemento frio de la calle y la cabeza inclinada, aún degustaba lo que había vivido el día anterior: La eclosión del agua y el río. Una serpiente ruidosa y cristalina que nace y se desplaza sobre el pétalo de una flor para desembocar en la palma de su mano. Así su piel conoció la esencia de las flores. Y así han sido los últimos diez años desde que se decidió a convertirse en paria. Un redescubrir el mundo y sus bondades.
Reía algunas veces en forma discreta ante las caras que lo veían con repugnancia, lástima, o temor; otras a carcajadas saboreaba los absurdos de la gente de bien.
El sol empezaba a iluminar el horizonte detrás de aquella muralla de edificios. En ese momento alzó la vista, sin levantarse totalmente de lo que había sido su cama, vio venir ese primer rayo de luz como flecha encendida directa a su cuerpo. Impresionado musitó tres palabras imperceptibles para mí. El impacto del sol le trajo un vendaval de blancura a su cuerpo, y la tibieza en caricia; tal como el pecho y el ala del rebozo de mamá cuando era un niño.
Se irguió lleno de felicidad, comprendiendo la gloria de su cuerpo, y emprendió el camino en busca de más verdades.