Depredador cibernético VII
El arte de depredar también tiene su lado filosófico o humano. Dijo Arturo Pérez Reverte en su libro: Teresa La mexicana: “…mi negocio es fijarme”, de alguna manera el mío también, el observar es leer entre líneas, descubrir el velo interior del mundo, las personas o las cosas, por eso me fijo.
Con Doris, la experiencia fue digamos precaria sin embargo todas las personas que se cruzan en la vida tienen una lección y la de Doris fue darle la razón a Facundo Cabral en una de sus canciones dice: …Y recuerda que la hembra, ni muy joven ni madura” Doris en su primavera resultaba chispeante, inquieta, difícil de seguirle el paso, pero por lo mismo le faltaba sustancia, y desafortunadamente para ella, fui una promesa de algo solido que estaba muy lejos de ofrecerle, aprendí que en adelante, me iría con más cuidado para seleccionar las presas, aquello no me dejaba mucho y tampoco yo a ella, si acaso la experiencia del viaje a la capital y el paseo por lindos lugares, nada más.
Lo de Norma fue más sustancial pero un revés para el ego, para empezar, aquel bello perfil de caderas medianas, justas y hermosas, el color moreno y una mujer inteligente, sencilla y con costumbres de acuerdo a mi formación familiar, me sedujo su familia, su entorno, la unión de aquel grupo de personas ligados por lazos de sangre, me hizo ilusionarme y desear pertenecer a ese círculo, pero mi naturaleza me alertó por que el cazador no puede ser cazado.
Norma buscaba algo para siempre y a mí ese término, no me apetece, así que a pesar del dolor por querer avanzar deje de lado mi esfuerzo y decidí hacer mutis de la escena.
Con Celia me atrapó su entorno, el delicioso aroma y sabor de la provincia, su candidez y la naturalidad campirana de esa chiquilla, me enamore de la ilusión y ella me toleró porque hacía mucho nadie la trataba tan bien, se sintió mujer e importante y yo regresaba como adolecente suspirando por el camino que olía a yerba fresca y recién llovida.
El problema fue que Celia vive en un cuerpo humano lleno de reacciones bioquímicas y hormonales y es presa de ellos, pronto me mostro la esclavitud que sufre de estos sucesos y aunque bebí ávido de su intimidad, aquello pronto se terminó, a pesar de su madurez aparente, Celia no sabía lo que quería yo sí, y ya lo había obtenido era hora de irse aunque el corazón me dijera que me quedara.
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