Al pasar del tiempo y sin darme cuenta dentro de mi
se apago la inspiración como si fuese una vela apagada por una suave brisa,
tan leve que apenas se siente en medio del silencio.
Todo abruma los pensamientos y las letras mueren lentamente en la rutina diaria y en el loco trasegar de la vida,
entre trabajo, familia y amor se desvanece la profundidad de si mismo y se queda atrapado en la inmensidad de la nada.
Pero de repente sobrevive esa intensa necesidad de expresar, de entrevistar el alma y plasmar en un papel su sentimiento,
de sentir que a pesar del mundo y sus mil vueltas por segundo,
se puede escuchar el eco de una afonía latente, muy escondida pero existente,
esos gritos mudos que sientes en el pecho cuando una opresión ahoga las palabras y no les permite salir,
y hoy que mi espíritu anhela exclamar sus voces estoy aquí tratando de no olvidar que escribir es mi mayor desahogo…