Yo vi el amor de los pobres brotando bajo las ruedas de los autos en las calles oscuras.
Vi el amor de los ricos, protegido tras la luz artificial, de las vidrieras de los cafés del centro. Nadie vio con qué ardor poseía el tiempo de tu mano, nadie me oyó callar mi pequeña muerte, cuando, huyendo de pasados funestos, juraba que esto era la justicia.
Hoy me devuelven todo y estoy camino a perderlo: vendrá el frío y no estarás para abrazarme. Vendrán lluvias suaves. Las noches y los días. El amor de los pobres creciendo vuelto maleza en las aceras. El amor de los ricos, intocable en los parques artificiales. Volverán en los techos a brillar trémulas gotas. Volveré a temblar al reconocerme entre tus dedos. Volverás cuando despierten las luciérnagas y se detengan los colectivos en calle Independencia. Vendrás porque sólo mi luz enternece tus lugares oscuros, y camino por la ciudad con bolsillos llenos, de flores, frutos y semillas. Te esperaré hecha una niña en el rincón de siempre, y te esperará este año que, sin ti, no tendrá invierno.