Muy acongojado se encontraba un joven ya que había perdido su alegría de vivir, no sabía qué hacer, nada le divertía, nada le llamaba la atención, no entendía cuál era el propósito de su vida, ya que algo en su interior le pedía alegrías y todo cuanto había hecho hasta ahora no lograba acallar ese llamado.
Sumergido en lamentaciones se encontraba, cuando se dio cuenta que había caminado sin rumbo fijo por mucho tiempo. Al momento que se percataba de esto, divisó a un hombre hincado al costado del camino, en actitud sospechosa. Al acercarse un poco vio con sorpresa que éste jugaba con piedrecillas, el muchacho se aproximó para observarlo más de cerca ya que le llamó poderosamente la atención la actitud del individuo. Al llegar a su lado vio que éste tomaba del suelo unas piedras pequeñas y las arrojaba dentro de un círculo dibujado en la arena a unos metros de distancia, muy pocas veces acertaba, pero parecía no importarle, ya que una vez que se le terminaban los guijarros, se ponía de pie y caminaba hasta la circunferencia para recoger cada uno de ellos y volver a repetir el mismo juego, si se le podía catalogar de juego a lo que estaba haciendo.
Después de un buen rato de observarlo y ante la indiferencia mostrada hacia él, se decidió a interrogar al señor en tan incomprensible actitud para alguien de su edad, ya que no comprendía como ese juego podía divertir a un hombre al punto de pasar horas repitiendo una operación tan intrascendente como la que acababa de observar y cuando dicho hombre debía de estar ganándose el sustento en lugar de perder el tiempo de esa forma.
- Disculpe señor, ¿cómo se llama este juego?
- No es un juego y no tiene nombre, simplemente es algo que se me ocurrió para matar el tiempo.
- Pero ¿no se aburre de hacer siempre lo mismo?, ¿dónde está la diversión?, ¿cuál es la finalidad de ello?, lo he estado observando durante un buen rato y con todo el respeto me parece algo totalmente intrascendente.
- ¿Cómo he de aburrirme si en estos momentos nada me aqueja ni nada me preocupa?, poseo la paz suficiente como para sentarme a lo que tú llamas perder el tiempo al costado del camino durante horas sin cuestionarme lo que estoy haciendo o lo que no estoy haciendo, ¿acaso tú puedes hacer lo mismo?, ¿puedes darte un tiempo para ti mismo?, ¿para no colmar expectativas?, ¿un momento de total libertad?, ¿para no hacer nada de lo que se te ha tornado importante sin realmente quererlo?, creo que para ti el aburrirte significa no estar enredado en los asuntos del mundo, asuntos que no te llenan pero te tienen cautivo, en un círculo que se repite día tras día, esto que yo me tomo es un tiempo para mí mismo, para Ser y no hacer. El juego de las piedras es solo una excusa externa, la verdad se encuentra en lo que sucede en mi interior, en lo que no pienso, en lo que no hago, en lo que me conecta con aquello que verdaderamente Es.
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