1) Ya sea en el Metro o en la micro, siempre, siempre… te vas sentado.

2) No ves a nadie corriendo como un energúmeno, por las calles o los pasillos, para lograr alcanzar algún tipo de locomoción. En la noche todo es tranquilo. Mientras todos andan corriendo, tú vas caminando. El tiempo tiene otra medida. Las horas tienen otra calidad.

3) No necesitas agarrarte a puñetes con nadie por un espacio en el Metro o por una molécula de aire.

4) Cuando toda la gente va en la mañana sacándose las sábanas de encima o las lagañas de los ojos, tú vas pensado en tu almohada.

5) En la mañana, seas alondra o seas búho, todos somos más brillantes. Los primeros por condición, los segundos por estar desde hace horas arriba de la pelota.

6) Aunque no lo creas: te asaltan menos de ida o de vuelta. La razón: los delincuentes también entran o salen de sus labores en los mismos horarios que la masa.

7) Puedes decir que eres escritor y que tu inspiración la tienes en pleno apogeo en plena madrugada y nadie te mirará como un loco de patio, al que se le zafo alguna pieza del engranaje mental.

8) Puedes leer a poetas malditos y nadie te mirará como nerd, ñoño o “computín” trastornado.

9) Puedes leer un Best Seller o súper ventas y nadie te mirara como un nerd, un ñoño o un “computin” desquiciado.

10) Y, por último... cuando te vas a trabajar disfrutas de un maravilloso atardecer y al volver saboreas un grandioso amanecer.