El sol estaba alto y la luz lo cegaba.
Ya al cuarto día de estar aquí parado en el alféizar de esta casa apoyado de espaldas mas a la puerta que a la poca pared, se sabia mas muerto que vivo.
Que hijo de puta eres - vociferaba sin fuerza y sin convicción - me dejaste entrar a esta trampa para joderme la vida !
El francotirador parecía haber estado al asecho todo el tiempo, un presentimiento producto del terror que el combatiente sentía de recibir un disparo de improviso.
Había llegado aquí mientras patrullaba junto a tres hombres mas oriundos de Borojol, su barrio natal en Santo Domingo, y mientras caminaban Juancho se había desplomado al pavimento con un ligero salto hacia atrás y la cabeza destrozada por un disparo certero que retumbo como un gran trueno entre las angostas calles del barrio.
Los otros dos compañeros pudieron refugiarse entrando a una casa abandonada que les quedaba a su izquierda encontrando la puerta de la entrada abierta, pero él trato de entrar en una que le quedaba a su derecha con la mala suerte de que la puerta de entrada estaba cerrada y solo pudo protegerse empujando su cuerpo contra la unión del dintel con la puerta.
Una vez estuvo ahí fue que se percato de que quedaba demasiado expuesto a la puntería del francotirador y debería mantenerse así apretujado por la fuerza.
Al recuperarse del susto los compañeros corrieron de vuelta hacia su comando sin antes pedirle que resistiera, avisarían al viejo Pancho para que viniera a ayudarlo.
Se quedo ahí parado mirando la oscura unión entre la jamba y la puerta con el viejo fusil entre las piernas hasta que entendió que este ni le serviría para defenderse ni para salir de la situación por lo que lo dejo caer a la acera.
Desarmado el combatiente el francotirador no tendrá tanto interés en mi - pensó al llegar la primera noche - cansado de estar en la posición incomoda que estaba se abajo en cuclillas para descansar.
Pero el francotirador estaba atento y se percato del sutil movimiento.
El estruendo del disparo retumbó de nuevo entre las callejuelas y el volvió a erguirse sintiendo la mordida del dolor extremo causado por el proyectil que le había penetrado y salido de su rodilla derecha dejando un feo hueco redondo pequeño por el costado de entrada y enorme del lado de salida.
Percibía el olor de la piel quemada por el proyectil y sabia que la herida se inflamaría y le dificultaría sostener posiciones estables ademas de que traería moscas... las mismas que pronto encontrarían el cadáver intercambiando infecciones y pestilencia con este.
Deseaba volver al confort de lo acostumbrado, de lo cotidiano, deseaba dejar de sentir el palpitante dolor que no cesaba... deseaba salir de esta situación y volver a su vida, a su casa.
Voy a podrirme vivo coño...o este pendejo me va a matar como un perro aquí mismo frente a la casa de Doña Pura, pero como quiera que sea moriré pronto...!
Sangraba profusamente y el terror lo ahogaba, estaba ahí solo en su puerta escuchando ruidos de las mil cucarachas, sabandijas y ratas que se movían a su alrededor causando en el un deseo casi incontrolable de moverse y rascarse el cuerpo y dejar esa incomoda posición a la que estaba obligado a sostener.
Pero no se atrevía siquiera a respirar muy hondo para no provocar otro disparo.
El segundo día amaneció muy caluroso, ya no quedaban mas que un par de tragos de agua en la pequeña cantimplora plástica de juguete que cargaba así que solo se humedeció los labios un poco y mojando un dedo en el agua se la paso por los ojos para sentirse la cara aseada.
Había dejado de sangrar pero tenia la rodilla tan inflamada que casi no le cabía en el pantalón y el no tenia posibilidad de rasgarlo para darle mas espacio a la herida, no podía mover una mano hasta la rodilla.
Ya para el medio día la pequeña cantimplora estaba vacía.
Llevaba día y medio sin comer y solo con unos pocos tragos de agua, sabia que su situación era critica pero resistiría aun en espera del viejo Pancho que seguramente no tardaría ya en venir a sacarlo de esta trampa...
Esperó y esperó pero nadie llego a ayudarlo.
Al caer la noche estaba muy alterado por el dolor de la herida y la incomoda posición, comoquiera se paraba debía empujarse con fuerza o arriesgaba alguna zona de su cuerpo.
Se fue convenciendo de que el francotirador debía haber perdido el interés en él por lo que se preparo para tratar de moverse con rapidez hasta la acera del frente para guarecerse ahí.
Solo tengo que cruzar la calle... son solo tres metros... me tomará unos cinco o diez segundos a lo mas y con lo oscuro que está, el tirador no me verá moverme y seguramente fallará el disparo.
Pero tan pronto salió del jambaje el tirador disparo, fue de nuevo un gran trueno pero esta vez el proyectil solamente le rozo la pierna superficialmente sobre la rodilla herida.
Se había salvado de milagro, aun le quedaban reflejos de sus tiempos de jovencito maroteador y por ello había podido volver al dintel de un salto impulsado por su pierna sana aunque lastimando malamente la rodilla herida al golpearla violentamente contra la puerta.
Sudaba profusamente... estaba aterrorizado y tembloroso ahí parado en su incomoda posición erguida y estirada que el pequeño espacio le permitía asumir.
De esa manera paso la segunda noche, de frente a la esquina del alféizar, rígido como un cadáver y lleno de dolor.
No eres francotirador coño... eres un maldito torturador !!! - vociferaba al amanecer del tercer día - matame de un solo disparo hijo de puta, no juegues así con mi vida !
Pero realmente no se atrevía a salir de su lugar protegido, le faltaba coraje.
El tercer día fue especialmente caluroso y tampoco llegó ayuda.
El cadáver de su compañero había cambiado de color a un tono dorado oscuro como el del chicharrón de cerdo y comenzaba a apestar... estaba tan inflado que la ropa se le había comenzado a romper encima en jirones.
Que espectáculo, voy a tener que ver lo mismo que me va a pasar a mi cuando este hijo de puta me mate - decía para si.
Alrededor del mediodía sintió voces y reconoció al viejo Pancho .
Tico - llamaba - Tico !
Lo llamaban pero el no tenia fuerzas para responder y sintiendose vencido e impotente comenzó a llorar y a gemir como un pequeño niño asustado en su pequeño escondrijo.
Los escuchó hablar del compañero muerto y también tomar la decisión de esperar hasta el día siguiente a ver si el francotirador se había ido para poder venir recojer los cuerpos de ambos... lo creían muerto también a el aunque no veían mas que al cadáver en la calle.
Para ellos ya estaba muerto.
Al rato se retiraron dejandolo de nuevo solo en su desesperación y en el terror solitario que compartía con el cadáver que se volvía cada vez mas gaseoso al irse descomponiendo bajo el ardiente sol que literalmente lo cocinaba ahí tirado en la calle y casi a su lado.
Somos dos muertos - repetía en un monologo con al cadáver - tu acostado ahí y yo aquí parado... pero pronto el francotirador me acostara a mi también, cuando el dolor no me permita mas estar en pie, ese hijo de puta es responsable por los dos.
Por la tarde se nubló causando que se refrescara el ambiente y haciendolo sentir algo mejor, estaba entumecido a tal punto que ya no movía los dedos y tenia los labios pegados por la deshidratación.
El cadáver exudaba gases y líquidos de olores nauseabundos pero el no tenia nada que vomitar, su estomago estaba vacío y seco por lo que resistía los espasmos estomacales causados por la nausea forzandose a mantenerse de frente a la puerta para evitar inclinarse y caer.
Paso esa noche sobresaltandose con sus propios movimientos causados por despertar de cortos e intensos sueños que el no podía evitar corriendo el grave peligro de dormirse y caer a la acera.
Presentía que así de súbitamente como había caído en la trampa llegaría el trueno del disparo final que lo terminaría de aniquilar.
Pero en algún momento de la madrugada su voluntad cedió, estaba extenuado, vencido y decidió que era mas simple morir... había perdido la voluntad de combatir mas.
El viejo Pancho le había dicho varias veces como debía morir un hombre, contaba anécdotas e historias de valor y heroísmo como fábulas pues en realidad... nadie deseaba que lo mataran ni tener que pensar en ello.
Estaba aquí en esta situación porque se había hartado de estar encerrado en su casita mientras se desarrollaba la revuelta que ahora arropaba su barrio.
Era simplemente un aprendiz de ebanistería en el taller de su tío Cholo ahora convertido en combatiente... pero sin las ideas políticas ni pensamientos complicados de muchos otros.
Solo participaba por caminar las calles con sus amigos con el viejo fusil al hombro que le había dado el viejo Pancho.
Escuchaba algunos decir que combatían por la restauración del tal Juanbo como presidente y a otros porque se fueran los yankis del país pero el no sabia realmente de que se trataban ninguna de las dos cosas.
Pero nada de eso importaba ahora, había sido herido por dos disparos de fusil y uno de ellos seguramente le dejaría una rodilla inservible, no comía hacia casi cuatro días y tres de esos días sin tomar siquiera un vaso de agua.
Había caído en una trampa puesta por un hijo de perra sin decencia que lo estaba dejando morir a plazos.
Hoy será - proclamo con decisión - desde que salga el sol voy ‘pafuera, para que me vea bien !
Rezó muchas veces durante la noche y decidió por fin que saldría y caminaría hasta el medio de la calle y hacia una muerte rápida... había resistido a este cabrón solo, durante varios días y con bastante valor, pero ya no mas.
Llego la hora - se dijo a la mitad del del cuarto día mientras se disponía a salir de su rincón - que se joda !
Al bajar su pie izquierdo se tambaleo un par de veces hasta que cayo sobre el pavimento temblando de dolor y de cansancio, ahí sobre el asfalto polvoriento lucho para incorporarse y poder mirar hacia donde debía estar el fusil.
Ahí medio sentado esperó unos minutos... y luego mas minutos.
Pero nada sucedió... no hubo disparo, el francotirador se había marchado dejandolo destruido pero vivo aunque tirado en el medio de la calle como un perro moribundo, junto al cadáver pestilente... |