-Increíble, loco me dice exaltando los ojos No me di cuenta y la mina ya estaba encima mío y yo como loco dándole y dándole.
-Ahh, sí. Y tú crees que eso a mí me interesa.
-Tss. Puta que soy buena onda, loco. Yo te estoy contando mis rollos no más- me dice triste.
-Chucha. Ya, ¿y qué más pasó, te tiraste a la vieja también? le pregunto irónico.
-No sabí na. Lo hicimos dos veces seguidas. La mina es como hacha te diré. Yo cacho que fue en la segunda donde la cagué.
-¿Por qué dices eso? le pregunto otra vez sin ganas de escuchar, pero él no entiende.
-Por que la segunda fue como bestia, en todos lados y por todos lados, la dura compadre. Y ahora no sé que hacer.
-A ver le digo frenando sus palabras si he entendido bien todo hasta aquí, tu historia es algo así: Un tipo se acuesta con una mujer que no le gusta y que es algo así como el material de burla de todos. Entonces, como la mina no es del gusto de tus amigos, tampoco es del tuyo. Por lo tanto, y como todos se burlan de ella, tú no te acostaste con ella, ni mucho menos hicieron el amor, sino que te la culeaste. Y como no puedes quedar mal, te culeaste bien culeada.
-O sea, no es tan así. Lo que pas... lo interrumpo enojado y con un grito.
-¡Entonces!, lo hicieron dos veces y tú gozaste más que ella. Claro, si ella es tonta. No puede gozar. El problema es que ahora ella llegó a tu casa asegurando que el hijo que espera es tuyo y tú no sabes como enfrentarlo. ¿Entendí bien? le pregunto para finalizar y lo miro con una cara seria, tratando de decirle idiota.
-O sea, igual tení razón. Yo no la quiero, o sea, no quiero la guagua. O sea, a ella tampoco. Pero igual no quiero que haga lo que quiere hacer me dice rascándose la cabeza.
-No creo que ella quiera mucho. Como me la relatas, supongo que quiere tener el hijo y vivir feliz junto a su príncipe azul.
-No pasa na. La vieja de la mina llegó a mi casa y le dijo a mi vieja. Ni usted ni yo ni nadie de nuestra familia quiere a ese bebé. Usted sabe que es inconcebible que su hijo Renato haya embarazado a mi niña. Por lo tanto, yo lo único que le exijo, usted sabe, lo único que quiere mi niña y yo, es...usted entenderá...la plata para la operación. ¿Cachai la volá de la vieja?
-Pero si es normal que tú pagues la operación del nacimiento le pregunto extrañándome tanta idiotez junta - ¿qué te parece raro?
-Gueón, lo que quiere es la plata para el aborto
Esto no es un cuento ni una reflexión que proyectó mi imaginación. Es un hecho verdadero, algo que en realidad ocurrió.
Hay veces en que me pregunto si estoy en un mundo de idiotas, o soy yo el idiota que trata de ser cuerdo. A mí entender nuestra intimidad es nuestra, es intima, ¿acaso es muy complejo entenderlo? Creo que sí. Supongo que al final la mayoría termina contando sus hazañas igual como un asesino declara su homicidio. En ambos casos terminamos como idiotas.
No sé si aquel niño o niña nació. Si fue así, espero que no sea un idiota. Aunque todos al final lo somos, pero en poca medida y sólo al final. Siempre nos tentamos con lo fácil, lo primero, lo más simple, y terminamos en lo imposible, lo último y siempre más complejo.
Hacer idioteces es tan fácil como comerse un maní. El problema es dejar de comer.
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