La historia es bien sencilla. Tú me quieres y yo no te quiero a ti. Me usas en tu cariño para mantener alejados a tus fantasmas. Yo me cobijo en el tuyo y me hundo asustado dentro de tu pecho.
Cuando llega la hora me tomas del brazo y le muestras al mundo que estoy al lado tuyo, que eres feliz. Cuando llega la hora amarro a mis demonios y me dejo llevar del collar que tienes entre tus dedos, saco la lengua y muevo el rabo para mostrar al mundo lo domesticado que estoy, le ladro a la vida que estoy contigo, que me tienes y que te tengo.
A la hora de amarse desatas la tempestad y me empapas de tu cuerpo, yo me dejo llevar por el oleaje de tus ganas y te empujo a la perversión de mis deseos. Lo sabes, hay mucho más que entrega en el sudor nuestro, pero callas el orgasmo y te abandonas una vez más, nuevamente te pierdes y te olvidas un poco de ti misma, de tus temores y me abrazas fuerte para saber que sigo ahi, que no te he dejado sola enfrentando la tormenta. Por mi parte me ofrendo en la comunión del coito como si fuera lo último que nos quedara, como si el mundo se acabara al momento de retirarme de tu cuerpo, que cuando la fusión concluya llegará el Ragnarok, los terremotos mayas, el diluvio bíblico y que si no me encuentro en el arca de tu sexo no podré salvarme ni salvarte a ti conmigo, cuando noto que acabaste pregunto que te pasó sonriendo malicioso y te doy el abrazo más mojado que puedan darte.
La historia es muy sencilla, tú me quieres y yo voy sintiendo de a poco que te voy queriendo, reflejas tus miedos en mis ojos temblorosos y ya no siento las ganas de huir que sentía al principio. Si antes viajaba en el espacio de los tuyos, ahora es la paz que se incuba en mi pecho quien me mantiene atado a tu destino, quien impide que caiga al barranco y se vuelva a destrozar mi corazón de nuevo, sacas un pañito aterciopelado y lo vas envolviendo como a un niño pequeño, la historia es bastante sencilla, sientes que me quieres y yo voy armando contigo de a poco mi cariño. |