El pasante llegó nervioso a la puerta del director del hospital y tocó quedo, como deseando no hacerlo. Imaginaba lo que sucedería. En la guardia nocturna, había seducido a la enfermera y en un arranque juvenil, le hizo el amor en la cama veintidós. Cuando la supervisora que hacía su rondín, abrió la puerta y, se encontró con el numerito. La enfermera fue suspendida. Ahora a él tocaba enfrentar. De adentro se escuchó la voz grave del director: -Pase. Una palabra seca que retumbó en sus oídos.
Frente al director, mirando al suelo dijo sin resuello:
-En que puedo servirlo, señor Director.
Sobre el escritorio enorme, el C director de un blanco puro y una corbata roja, firmaba miles de papeles.
- ¿-A mí?, en nada. - contestó crudo. -Pero usted y yo tenemos que hablar. Leo el informe: El médico de pregrado, adscrito al servicio de cirugía, fue visto en relaciones íntimas en la sala cinco, cama veintidós, con la enfermera Malacara. ¿Es cierto?
Sin levantar la cabeza, salió un sí tímido. Luego una voz grave, seca. Sentenciando.
-Debo de indicarle que esta es la última vez que hablo con usted, pues para mañana, no deseo verlo con un pie en el hospital -se abre un silencio duro y prosigue- Y mire no lo corro por lo que estaba haciendo, pues todos tenemos nuestros pecadillos, lo corro, por poner en mal a todo el servicio médico, pues escogió a la enfermera menos agraciada, no nada más de nuestro hospital, sino de todos los hospitales de la ciudad.
Jovencito, lo corro por su mal gusto. No merece pertenecer a nuestro gremio.
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