Jaime Daniel es una persona muy amorosa, que como yo, está convencido que todos los males del ser humano son espirituales. Es un médico que no cree en las enfermedades físicas, mentales ni emocionales, solo cree en las enfermedades espirituales manifestadas en el cuerpo, la mente y las emociones.
Salí de la cárcel y fui conducido a mi casa, en donde terminaría mi condena bajo prisión domiciliaria durante los siguientes 10 meses. Días después, mi amigo Jaime Daniel llegó a visitarme. Como siempre traía un maletín medianamente presentable, en donde cargaba algunos libros y algunos de sus escritos. Estuvimos el día entero hablando de todo excepto de la vida en la cárcel, eso no fue tan importante para ninguno de los dos.
A partir de ese día, todos los martes y jueves llegaba a mi casa a las nueve de la mañana y se iba a las 6 de la tarde, sin descanso durante los diez meses de mi detención domiciliaria. Siento que fue la manera más inequívoca de demostrar su solidaridad y su amor.
Pero, de que hablamos sin cansarnos durante tanto tiempo. Cuando su interés nunca fue otro que el espiritual. Espiritual en términos puramente espirituales y no religiosos. Espiritual en términos del amor, la honestidad, la humildad, etc. Y no en términos doctrinales. Justamente nuestras conversaciones giraron alrededor de dos conceptos: la locura y la cordura.
En la cárcel es muy difícil escribir, meditar, orar y hasta pensar. En la cárcel estás todo el tiempo rodeado de personas, es casi imposible la soledad, viven cuatro personas en un espacio de tres metros cuadrados. Así que estaba cansado de hablar y escuchar acerca del mundo de afuera, y necesitaba echar una mirada hacia adentro, cosa que en compañía de mi amigo logré con fascinación.
¡Toda decisión al margen del amor es una locura! ¡La locura no es la ausencia de la razón, es la ausencia del amor! Este es uno de los temas que compartimos con mi amigo durante ese tiempo.
Continuará…
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