Desde que posee el poco útil uso de razón, la misma enfermedad le viene haciendo desagradable compañía y desgraciada la vida. Chamanes, espiritistas, naturistas y hasta un mecánico, no pudieron dar con el origen de la aflicción y mucho menos consiguieron desterrarla. Lo peor del caso es que los achaques han aumentado y ahora se encuentra en el delgado hilo que separa a los del mas allá con los del mas acá. Por ello, contrario a sus convicciones, se dejó llevar al señor ese de bata blanca y muchos pergaminos enclavados en el muro. Al preguntársele por el nombre de su tormento nadie esperó oír gastreapendireumaartribolia. Pero señora, esa enfermedad no existe, y milagrosamente, la mujer se curó.