tanto altar desvencijado y tanta pobre proa de vientos sin mareas tan esqueleto todo tan relicario tan encallada nave sin espacio sin arena.
puro barco sueño navegando en medio del desierto donde el atlas se resbala del lomo cansino dromedario y se zambulle sin apuro -allí no existe nada parecido al tiempo- donde una semilla sin lluvia duerme la eternidad semilla la eternidad barco varado la eternidad.

y así transcurre, no el tiempo -que no existe- sino los pasos circulares y venturosos del viajero que busca en sus propias huellas el camino con mayúscula.



todo habla de amor. pero entonces decanta porque el peso la palabra y el amor vocablo plan idea y porque todo y cada cosa por su lado apunta y dice. el amor. y así lo que debiera ser estela halo -algo así como un perfume- se condensa implosiona gravita hasta ser piedra decantando al fondo de un pozo lleno de mareas circulares.

Primero fue la explosión semilla brotando frágil verde embrión atravesando la cubierta quebrantada, dando paso al expansivo brotar tallo estirándose como cuello en busca de la luz -entonces todo sucedía bajo tierra- para multiplicarse en ese abanico extendido crecer de tallos hojas y, a su vez, animando a la contraparte sustento raíz a sumergirse profundamente en la fuente indiscutible de nutrientes. Así en la tierra como en el cielo, la entonces planta, absorbía y liberaba en flujo constante el hálito alimento que sostiene, firme y sutil, la vida entera.