Hoy cuando me he despertado me he extrañado mucho al ver que mi perrito no salía a recibirme... El siempre me espera, llorando como una madalena, ansiando mi mano en su cabeza, mis palabras amables hacia lo buen chico que es, nuestros juegos matutinos con una chillona pelota de goma.

Hoy, he continuado caminando por el pasillo y no había atisbo de Taco, solo un silencio extraño...hasta que me he asomado para comprobar asombrada que, efectivamente, mi perro se habia subido con curiosa estrategia encima de la mesa de centro.