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Inicio / Cuenteros Locales / za-lac-fay33 / La górgola (para niños)

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Hubo una vez un terremoto, en realidad no muy fuerte pero lo suficiente para derrumbar una vieja iglesia, las torres todas cayeron. Pasados algunos días una viejita creyó ver que entre los escombros una figura que sobresalía. Escarbó entre polvo y ripio y encontró una górgola fea (no hay górgolas bonitas). Después de sacudirle el polvo la envolvió en su manto de percal. Se la llevó a su casa y la colocó sobre un pequeño muro entre la casa y el hermoso jardín.
Como casi todas las górgolas, tenía la boca abierta y en su rostro aparecía una horrible mueca enseñando los colmillos. Pero este era su orgullo, pues con su compañeros, su objeto era espantar malos espíritus que rondaran por la iglesia.
Cuando el sol brillaba podía ver por la ventana a una hermosa gata recostada entre cojines. De largo y sedoso pelo blanco y ojos azules. talvez verdes.
Se acostaba, se estiraba y si era feliz ronroneaba.
Un día al recostarse vio la fea górgola por la ventana, se asustó y pensó correr pero vio que le sonreía. Cautelosamente se le acercó a observarla y no habia duda, ¡Le sonreía! Curiosa se le acercó lentamente.
Tenía las piernas fuertes como león, alas grandes como de águila, orejas paradas de lobo, una cola larga, peluda y puntiaguda "¡Fea!" pensó la bella gata.
-¡Hola!- dijo la gata con su aterciopelada voz.
-¡Hola!- contestó la górgola con voz áspera como papel de lija.
Arrugando su rosada nariz la gata le preguntó
-¿Quien eres tu?-
-Soy una górgola y me llamo Raffaello, te miro por la ventana y creo que eres muy bella. ¿Cómo te llamas tu y que haces en la casa, digo, cuando no descansas?-
-Soy, por supuesto una gata y mi nombre es Charlotte. Soy mascota y como tal soy compañía para mi ama, se supone que debiera ahuyentar ratones pero en esta casa no hay ni moscas. ¡Y tu que haces?-
Raffaello le explicó de su vida sobre la iglesia y de como veia a la gente pasear, a los niños jugar en el parque y las lanchas en el río y de muchas cosas lindas que se ven en la ciudad. Pero que ahora en este jardín que aunque siendo tan bonito, se aburría.
Poco a poco se fue formndo una amistad entre ambos. Charlotte pensaba mucho. Un día llegó corriendo muy excitada
-¡Amigo, amigo, tengo una gran idea!-
Raffaello se sonrió al ver a su amiga tan contenta
-¿Que idea es esa tuya? Cuenta.
-Bueno, la cosa es así: tu tienes esas fuerte garras y también alas muy grandes pero jamás te he visto agarrar nada o volar ¿Puedes?-
-¡Por supuesto que puedo! pero la verdad es que hace como dos siglos que no lo hago. Si quieres puedo probar ¿Pero para que quieres que lo haga?-
-Prueba primero y si puedes te lo digo. Vuela al extremo del jardín y tráeme una piña del pino.- la gatita sonreía.
Raffaello extendió las poderosas alas, comenzó a aletear con lentitud al principio y luego con rapidez. El viento le aplastó los bigotes a la gatita contra sus mejillas y una rosa se deshojó. Se empezó a elevar y volando sobre el jardín tomo una piña del pino que se le desintegró entre las garras. Voló un ratito sobre los árboles y regresó junto a la gata.
-¡Puff, puff eso si que fué trabajo! Hace ratos que no volaba, aquí está...lo que queda de la piña del pino...hmmmm...necesito practicar. Ahora dime cual es tu idea-.
-¡Bravo, pasaste la prueba! Ahora te diré mi idea.
dijo la gata acariciándose los bigotes. Tu me has contado de ríos, de ciudades, de puentes, de gente y todas esas cosas que yo ni sabía que existían y yo pensaba....bueno, creerás que es una idea tonta.-
-No amiguita, habla yo quiero saber ¿Que has pensado?-
-Pienso que talvez un día me puedas tomar entre tus garras ¡Pero sin destriparme! y volar por un ratito para ver esas cosas maravillosas de que hablas.-
-¿En verdad eso es lo que quieres?-
-¡Mas que todo en el mundo!-
-Entonces practiquemos todo el dia de hoy y mañana lo hacemos ¿Te parece?-
Charlotte pegó un brinco, dio una voltereta en el aire y cayó en cuatro patas (eso lo hacen todos los gatos cuando están muy contentos)
-¡Si, si! ¡Empecemos, practiquemos! ¡Mañana, mañana!.-
Entre risas y alegría practicaron todo el día. Esa noche Charlotte no podía dormir. Se fué a echar entre las patas de Raffaello. Al cabo de un rato la górgola se despertó por un ruido que oía. La gata estaba ronroneando, él no dijo nada, sabía que lo hacia de contenta que estaba.
A la mañana siguiente la górgola despertó a la gata
-¡Pssttt, pssttt! despierta Charlotte, ya es hora.
La gata se despertó asustada
-¿Que pasa? ¿Ya es hora de empezar el viaje? ¡Ah Raffaello, eres mi gran amigo!- Pegó un brinco, lo abrazó y lo besó en la arrugada frente.
La górgola se sonrojó, jamás lo habían abrazado y mucho menos besado.
-¡Vamos, vamos, es hora de empezar el vuelo!-
La górgola comenzó a aletear y ya en el aire cuidadosamente tomo a Charlotte entre sus garras y se empezarona a elevar. Primero volaron sobre el patio, luego sobre los árboles y ¡A la gran ciudad!
La gatita no podía creer lo que veía. Mientras volaban, la fuerte cola de Raffaello se movía para cambiar direcciones y la cola de la gatita se movía de un lado al otro sin parar ¡Estaba pero tan contenta! Los campos verdes bajo el sol, el río azul reflejando el cielo, los caminos zigzagueando, un pueblecito y ¡La ciudad! La gente, el mercado y al pasar por la catedral las otras górgolas saludaron a su amigo Raffaello orgulloso con su amiguita. En realidad las górgolas son feas de apariencia pero tienen un gran corazón y son buenas.
Al cabo de un rato empezó a cansarse y regresaron a su jardín. ¡Había sido un viaje maravilloso!
Pasó algún tiempo y un día la gatita fue hasta Raffaello.
-¿Que te pasa, amiguita? Te veo triste. Dime que penas tienes.
-En realidad no es mayor cosa. Toda mi vida me la he pasado enestra casa y el jardín y creí tener lo mejor pero ahora me doy cuenta de todo lo que me he estado perdiendo.
-¿Todo lo viste mejor desde arriba?-
-¡Oh si, mucho mejor ¿Esto? Esto no es nada.-
-Te comprendo ¿Viste como se miraban de bonitos los claveles desde las nubes?-
-No, claro que no, íbamos volando muy alto.-
-¿Te gustó el perfume de las flores?-
Chartlote lo miró sorprendida -Bien sabes que no era posible desde tan lejos.-
-Oiste el cantar de los pajaritos entre los árboles?-
-Raffaello, tu tampoco podías o...¿Los oías?-
-No, claro, volábamos por los cielos ¿Viste el pedacito del jardín este donde platicamos?
-¡No digas tonterías Raffaello,si a penas se veía la casa.-
-Pero al menos charlamos de lo lindo-
-¿Que dices? Si no hablamos, el viento no nos dejaba.-
-Pero aún te gustan las cosas aquí abajo ¿Verdad?-
-Si, claro, las he disfrutado toda mi vida.-
-Entonces...-
-Ya te entiendo Raffaello, aquí además platico contigo. No hay nada como nuestro hogar.
-Lo mismo me pasa a mi, ven acá, dame un abrazo.

Desde entonces Raffaello muestra su felicidad con su 'colmilluda' sonrisa y ¿Charlotte, la gata? Ella ronronea todo el tiempo.

(Dedicado a la memoria de Charlotte Maynard, bella y gran amiga que nos dejó hace diez años cuando cumplió los noventa)



Texto agregado el 17-09-2010, y leído por 403 visitantes. (13 votos)


Lectores Opinan
12-10-2010 Me encantò transmite mucha dulzura. Lo que si eche de menos es que no volvieses a hablar de la viejecita .beso almaguerrera1
24-09-2010 1* PHER3
24-09-2010 Un cuento muy bonito, con un mensaje reflexivo. Me encantó. gamalielvega
22-09-2010 Good letras. avespaciano
21-09-2010 Lindo relato con bellas imágenes y buenos sentimientos. ¿Y qué pasó con la viejita de las manos tan pequeñas? Me quedé intrigada... flop
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