Un tornado de agua y viento de características inusuales se había desatado sobre gran parte de la ciudad derribando a su paso árboles, columnas, construcciones precarias y en extensas áreas urbanas el tendido de los cables de la luz eléctrica y de teléfono. Los barrios bajos se inundaron rápidamente y el movimiento de tierra barrosa proveniente de la ladera circundante arrasó con furia sobre todo cuanto se interpusiese a su paso, incluido automóviles y vidas humanas, atrapadas entre los escombros o absorbidas por las grandes corrientes de agua.
Frecuentemente uno de los problemas de más ardua resolución en estos casos es la reparación del tendido eléctrico. La tarea de sutura, por su minuciosidad, depara muchas horas de extenuante brega al personal especializado.
La población afectada debe soportar largos cortes de energía que pueden prolongarse por varias horas o días. Al restablecimiento precario de la luz le sucede un corte imprevisible y así alternadamente hasta que todo vuelve a la normalidad.
La familia de la casa resistía estoicamente, desde hacía un buen rato, ese tipo de molestias; lo único que se podía hacer era leer, conversar o dedicarse a tareas de la casa. Las niñas extrañaban la tele y el ocio les inducía a importunar.
- Mamá déjanos salir un rato a la calle.
- De ningún modo; todavía están trabajando las cuadrillas y es riesgoso que anden por ahí solas. Más les valdría coger algo para leer en tanto gocemos de luz natural.
- Es muy aburrido mami…
- Este el es periódico de hoy. Vamos a ver: leedme alguna noticia.
A todo esto se acerca contoneándose a pasos cortitos la mascota de la casa, una simpática cotorra de plumaje verde y azul.
Las niñas depositan el periódico sobre la alfombra del piso y lo abren. El ave comienza a caminar entre medio de las lectoras.
- Vete de acá René, vete…
El animalito levanta corto vuelo, da un chillido agudo y se posa en el respaldo de una silla.
- Oye mamá, ¿qué es este asunto de la ruleta rusa…?
- ¿Cómo? ¿Cómo?...¿La ruleta rusa has dicho?. Vaya impertinencia. Esas son cosas que no incumbe a los niños.
- Pero mamá nos has encomendado leer y leemos. Mira lo que dice acá.
La madre observa lo que le es señalado con un dedo apoyado sobre el diario. “En circunstancias que un grupo de menores en estado de drogadicción jugaba con un revólver a la “ruleta rusa” uno de ellos perdió la vida al hacer impacto en su cabeza un proyectil de grueso calibre (…)”
- No es un tema que a ustedes interese. No me importunéis.
- Mamá eso no es justo. Siempre nos has dicho que la enseñanza escolar se complementa con la que se brinda en casa. Si nos ocultas las cosas temo que no habremos de creerte nada en el futuro.
- Bien…ejem… La atribulada señora traga saliva. Tras un inicial titubeo opta por informar a sus hijas respecto a los detalles más sórdidos del susodicho juego.
- ¿Quieres decir que hay gente que juega con su vida de esa forma?
- Así es, pero vaya…dejemos las tonterías. Ahora deberéis hacer como que nunca habéis escuchado nada tan horroroso y macabro.
El fluido eléctrico volvió en horas de la noche por breve lapso. Cuando la familia de disponía ir a dormir volvió a cesar.
Alumbradas por precaria vela las niñas se hallaban alborotando en el cuarto. Cuchicheaban incesantemente: “Debes estar loca”…”dale, dale vamos”…”ni se te ocurra” “tonta, miedosa…lo haré yo sola”. “Bueno está bien te acompaño… pero es un locura”.” ¿Hecho el trato?: Hecho.”
Los padres dormían plácidamente cuando un ruido apagado de trastos, proveniente de la cocina, hizo que la madre interrumpiese el sueño. Bajó de la cama, abrió la puerta del dormitorio con precaución acercándose sigilosamente al lugar. Asomó la cabeza y al trémulo trasluz de una vela encendida pudo observar como una de sus hijas, subida a una silla, mantenía a la cotorrita sujeta fuertemente bajo las afiladas aspas del extractor de aire.
- Pero se puede saber que están haciendo con ese pobre animal.
- Mami… inventamos un juego de ruleta rusa que está buenísimo.
- Dejo de lado por un momento la repugnancia que me suscita este asunto y la tunda que os tengo reservada. Conteniendo mi indignación haré una pregunta absurda. ¿Como pensáis que funcionaría el extractor con la llave apagada?…por más que vuelva la luz…no veo…
- Bueno esa es la gracia del juego. El trato es que Valentina la mantenga en “encendido” durante cinco minutos… Hemos apostado nuestras respectivas chanchitas.
LUIS ALBERTO GONTADE ORSINI
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Montevideo, setiembre de 2010
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