Las alucinaciones de un cuadro que se derrite, si se derrite, el color es tan vivo que no se pega al lienzo, sonrisas, muchas sonrisas, demasiadas, tanta alegría que quema, y además mucho talento, pero lejos, solo a través de un pantalla, si un pantalla, con una nota en el lugar preciso, como una inhalación de vapor de agua y una intoxicación con saliva, con mucha saliva, y los zapatos, los zapatos con la música estampada, malditos profesores de cuello largo y de mente ancha, solo sirven para meter en sus mente un poco de todo, la poesía del mediocre y la poesía del iluminado del sombrero negro, y los ojos verdes de la bestia del odio que solo mira al cielo y a las estrellas, drogas invisibles, que alimentan el alma insectívora del saber, falta de dada, y de modernismo acomodado, como un tatuaje atravesado entre la primera vertebra y el culo, deeeeeeemmmeennnntttteeeessss sin necesidad de drogas y sin necesidad del conde de lautreamont, ni de sade, ni de burroughs, ni de blake, solo mezlclar amoniaco, necesidad y mujer lactante, y ya, la mezcla perfecta de la locura, una locura darwiniana. |