Estoy feliz porque conozco el secreto, lo descubrí por mera casualidad revoloteando en mis pensamientos más profundos, el momento cuando lo descubrí, sentí que no hacía falta hablar, seguramente porque creí que las palabras no podrían llenar tan hermoso silencio, aprendí en ese momento también a callar, y nunca me había adoptado tan bien al silencio como ahora, pude notar el cuerpo relajado y tendido en el colchón, en ese momento dejé de pensar y comencé a decir algo, (acá tal vez el lector no me entienda) palabras del lenguaje del mundo, tan reales, vivas, que salidas de mi boca se tornaban físicas a la mente, casi palpables para la imaginación, hablaba el secreto del mundo en voz alta, y el silencio se acomodaba entre mis palabras, que casi hasta insinuaban algo. Algo que sólo se entiende con la sensación de uno.
De pronto una chica golpea mi puerta.
¿Cómo puede ser que rompa en un solo instante una letanía tan perfecta y acabada?
-Nadir, si eres tú, pasa.
Ella pasa y su manera brusca de cerrar la puerta me despabila de mi letargo, es la primera vez desde que nací, que tengo ganar de golpear a una mujer. Entra a mí habitación, y se sienta preocupada al borde de mi cama.
(Tengo que aclarar algo acá) Nadir, esa una chica de campo, donde se crió en un lugar de puras mujeres, es muy inocente y torpe, suele ser muy directa y expresiva, y esto mismo, que ella cree que son su mayor defecto son su mayor virtud.
-Podrías hacerme un favor ¿por favor?
-Por favor nada, ¿Qué quieres?
-hay pues tú, Anthony, siempre tratándome mal así, y yo que no le hago nada.
-A veces lo haces sin darte cuenta.
-Hay una chica que me molesta en clases, y ahora quieres pegarme mañana, afuera en la escuela, dime tú que hacer, tú que eres más de aquí y conoces mejor a la gente.
Nadir, Nadir…otra vez con lo mismo… sé muy bien que mis habilidades sociales para relacionarme con el mundo exterior son los más aptos para resolver tu problema, ¿pero es que acaso no tienes a otro a quién recurrir?
-bueno, pues, es que a ti como todo el mundo te molestaba siempre antes, tu puedes ayudarme mejor.
-Vez que haces daño sin darte cuenta Nadir…en fin, te diré el consejo que le doy a toda la gente que me pregunta lo mismo: Hablando se resuelven las cosas. Tú hazme caso, niña, y ve tranquila mañana al instituto.
-Pero Anthony pues, ven mañana conmigo a resolverlo, tu sabes que no soy buena hablando.
- Y tú sabes que no me gusta tratar con mujeres en estos temas, suelo ser muy sutil y luego quieren amigárseme, para luego que más tarde terminen tocando mi puerta a altas horas de la noche pidiéndome ayuda sobre cómo tratar sus problemas escolares.
Ella sonrió y me propino un golpe en el hombro, -oye- me dijo- yo no soy así- y sin darme la certeza de que iba hacer mañana, se retiró con el argumento que tenía que volver a su casa antes que su tía se diese cuenta.
No quise pensar mucho sobre ese tema, ella lo sabía, sabía que no le iba a fallar, era una silenciosa complicidad entre ambos. Programé el despertador media y me acosté.
Continúa.
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