Nadie me dijo q debía ir, nadie me llamó para confirmarla, sin embargo desde este extremo del mundo llegué a tiempo, a tiempo para poder entrar a los rituales de ese espacio q es el mismo. Y es que afuera han pasado 8 años, pero ahí... no pasan las horas, todos se congelan, la música, los cuentos, los chistes, las vidas, los dibujos, los sentimientos y los corazones... si también los corazones se congelan, pero qué corazón no está congelado ya hoy día?
De pronto al final de la tarde... ¿o al principio? el reloj marcó la hora exacta! Bueno, no sé qué hora ni qué reloj... no llevaba yo uno, pero da igual.
Seguí la ruta especificada: “Todo de frente, vuelta a la derecha, rodear la fuente... vuelta a la derecha una vez más y en la 2a fuente a la izquierda...” Las indicaciones eran claras... No las conocía pero las supe cuando llegué.
Ahí lo vi, fue puntual, en realidad no recuerdo que lo fuera, pero supongo que sí... nunca me quejé. Una instrucción más: “espera al minuto cero según tu reloj”... ¿¡¡¡Cuál reloj!!!? Da igual una vez más... ahí estábamos tal y como la cita indicó.
¿Qué se le dice a aquella persona que odiaste lo suficiente como para quererle tanto? ¿Hola?... Está bien... empezaremos así… y agregaré una sonrisa tan falsa que logre confundir el gusto con la incertidumbre del juego.
Así el recuerdo llegó... exactamente a la hora cero y con la frase más extraña:
- ¿Te incomodo?
- ¿Incomodas qué? No, claro que no me incomodas. (¡Pero si podemos lanzarnos lo más pronto al fuego, o salir corriendo sería ideal!)
Claro, mejor nos lanzamos al fuego, el frío me hace daño y la verdad, es que no me puedo enfermar, mañana debo llegar a clases… ¿Clases?... yo no estudio... ¿o sí?