Qué difícil y complicado fue entenderles por tantos años...
Cuántas veces creí que todo lo que me decías eran mentiras.
Nunca me detuve a observar tu mirada, tus manos y tu alma cada vez que me atreví a retarte.

Hoy, que al fin soy madre, les debo un millón de disculpas acompañadas de todos esos besos que no les di, por pena o prejuicios.
Hoy, que tengo a mi bebé a un lado, debo mi eterno agradecimiento por tantas noches de desvelo y angustia, por todas mis locuras y ocurrencias.

No tengo ni tendré tanta riqueza para pagarles y decirles, a partir de hoy, cuánto los amo. Pero prometo seguir sus pasos y estar a su lado, tan incondicionalmente como lo han estado ustedes para mí.
Hoy, papàs, orgullosamente reconozco que soy, y quiero ser, reflejo de su grandeza y virtud.