crespones negros enlazan su grito lacerante mientras vilipendian a inútiles gigantes cabezudos por su poca adaptación y su decreciente interés.
mojadas galletas humeantes intensifican su aroma a café derivando en su único placer diario, mientras la aguja empuja un deseo de seis y nueve minutos a su vena.
la vereda no dio para más.
borrascas la enfrían, ventiscas la desolan, montañas la humillan, riscos la deshollan.
el roce inflamable volvió reseca la piel. la pasión tránsfuga camina invariablemente por la acera de enfrente, en el asiento de al lado, al otro lado de la pared. las gotas mágicas sólo son reflejos ante la fuerza de un astro rey. su ídolo ahora caído, es una pieza engranada para trabajar siempre en lugares equivocados.
ahogada, corre, huye, le cubre la noche, sus pulmones se ventilan, sus sienes martillean, debe de estar ya lejos, tropieza, se alza, chupa las magulladuras de tierra y sangre, sus pechos saltan libres, sus ojos dan brillo a la luna |