Por su carácter alegre y despreocupado, por reírse de la vida y por pasearse ufano con cuaquiera compañía, al joven lo apodaron "Diablo" entre sus compañeros, muchos amigos y uno que otro pariente. Le gustaba la parranda, le encantaban las mujeres, mas con el correr del tiempo tuvo que sentasr cabeza.
Se enamoró, se casó, tuvo hijos y cuidó de su familia.
Al cabo de largos años y siendo ya un abuelo, no sintiéndose muy bien, fué a visitar al galeno.
"El físico al contemplarlo, tras verlo y examinarlo, dijo":
"Señor lo que usted tiene es cáncer, es menester operarlo de inmediato" Así se hizo.
Después de las intervención quirúrgica el paciente preguntó: Digame usted Doctor ¿Cual es ahora la prognosis?
El cirujano explicó que debido a su avanzada edad y con ese tipo de cancer, el promedio de vida es cosa de cinco años.
Dicho y hecho, al cabo de los cinco años, el cáncer reapareció y esta vez no hubo remedio.
Me encontraba visitando al viejo en el hospital. Estábamos en silencio, no se puede platicar con tubos saliendo de la boca, la nariza y otras partes.
En la sala había otro paciente y una enfermera entró a examinar la intravenosa del enfermo. Era buena moza la enfermera vestida toda de blanco y ajustados pantalones.
En estos menesteres estaba cuando noté que el viejo tornaba un poco la cabeza y en silencio la examinaba. La chica se extendió sobre la cama para examinar el otro brazo del convalesciente.
Desde donde el viejo y yo estábamos se podía apreciar la hermosura de la dama, digo, vista posteriormente.
El viejo no dijo nada, si quiso no le fué posible, ya mirándome de frente solamente logró guiñarme un ojo. Murió ese mismo día y casi a la media noche.
El cáncer debilitó y por fin terminó con el cuerpo.
¿Pero el viejo? El viejo siguió siendo "Diablo" hasta el último momento. |