Mire mi viejo, para mi son costumbres, no cábalas. La palabra cábala está más emparentada con el azar, con la suerte, vio. Yo en esas cosas no creo: la ristra de ajo, el gato negro, los martes 13, pasar por debajo de una escalera; son más bien cuestiones que vienen de antaño y que no hacen más que cargar de temores a la gente que, contrariamente a lo que sucede, cree que estas supersticiones le depararán una “suerte” de salvación en sus chatas y rutinarias vidas. Al contrario, esto esta muy emparentado a que algún evento insospechado lo encuentre frente a un gato negro o que el día de su boda sea un martes 13.

Sin ir más lejos, no se dice que pisar mierda de un perro o que te cague un pájaro es buena suerte. Yo invitaría a la gente que cree en esas patrañas a que pise los soretes que hace el Gran Danés de mi vecino a ver si cree tan afortunada. El muy turro no tiene espacio para tener a semejante “bicho”, entonces para hacer sus necesidades lo saca a la vereda y jamás se digna a levantar los soretes del tamaño de una coca-cola de 3 litros que hace el perro. Por eso, cualquier distraído que viene caminado por la calle pensando en vaya a saber qué, los pisa y le juro que se quieren morir. Le digo porque escucho las puteadas desde mi casa que es un ph al fondo, así que imagínese que nadie se detiene a pensar que eso es buena suerte. Si el tamaño del sorete del perro fuera proporcional a la fortuna que se obtiene, le aseguro que todos los vecinos de la cuadra tendríamos que habernos sacado la lotería.

Discúlpeme Don Pablo, se que está apurado, pero es que estas cosas me exasperan. Cómo una cábala va a ser los mismo que una costumbre.

Espero que me entienda. Porque usted me dice que yo no lo quiero llevar a la cancha por cábala y que soy un loco que anda jactándose de que con los muchachos tuvimos que ver en la obtención del campeonato del año pasado. Y no lo culpo por esta confusión. Permítame esgrimirle mis argumentos: nosotros no vamos a la cancha con una cinta roja o la estampita de algún santo popular como el gauchito gil colgando en el espejo retrovisor del auto, esas son cuestiones ligadas a la suerte, como lo de pisar mierda que le comenté. Quiero ser claro mi viejo, no se si me explico. Las costumbres son otra cosa, forman parte de ciertos rituales que uno hace cotidianamente, en la previa del partido o, inclusive, en el partido mismo. Y la diferencia substancial es que uno forma parte, que dependen de nosotros y no de una situación ligada al azar.

Le prometo que voy a ser breve, déjeme contarle. Cuando con los muchachos vamos a la cancha los domingos o los sábados, cuando va televisado, cada uno ya sabe cuál es su tarea: el Rata prepara el mate con el termo de siempre, uno que tiene pegada una calco de cuando salimos campeones de América; Julito es el que se encarga de los elementos comestibles, como el budín que hace su jermu y las pastillas de frutilla de paquete rojo y blanco, infaltables; mi primo Ramiro es el que lleva el trapo que reza “Olavarría es pincha” y que tiene bordadas tres estrellas por cada campeonato que ganó y yo que pongo el auto y paso a buscarlos a todos en el mismo orden, siguiendo el mismo camino y con la radio siempre en el en AM 707. Y le digo más, hay costumbres y costumbres. La que más me gusta por lejos es hacer el amor con mi mujer el día previo al partido. Con esto último ganamos un torneo y tuvimos a Juan Sebastián, mi último hijo.

Me entiende ahora Don Pablo lo que le digo. Hay una diferencia notable entre una simple cábala, que apunta a que alguna fuerza del mas allá vaya en su auxilio, a una costumbre en la que uno es el protagonista principal de un ritual creado a través del ingenio personal. Y además tiene un plus, hace que nos sintamos parte de la victoria de nuestro equipo e incluso, que la decepción ante la derrota no sea tan dramática. De la misma manera que un jugador deja sudor y lágrima en la cancha, nosotros sentimos que hicimos todo lo que teníamos a nuestro alcance para ganar.

Es por ello Don Pablo que, si bien tenemos un lugar en mi auto para llevarlo el partido que viene, creo que no es conveniente. Tenga usted presente que llevamos tres victorias al hilo y encima, el domingo nos jugamos la punta en la Bombonera, una parada históricamente muy difícil para la escuadra albirroja. Usted sabe que yo lo aprecio mucho y por eso espero que no tome a mal esta decisión. Le prometo que el próximo partido que jugamos de local con Lanús yo lo llevo. Ahora bien, si llegamos a ganar, después no me venga con que los sábados trabaja o que los partidos de visitante son lejos, porque nos va a tener que acompañar el resto del campeonato. Faltan siete fechas, con partidos en Mendoza y Córdoba. Usted dirá.