El 17 de noviembre del 2004 murió un hombre a los 40 años de edad, un hombre joven relativamente, humilde y trabajador. Un hombre como todos pero para algunos un hombre especial. Su tez era blanca, de contextura flaca y corpulenta, su cabello castaño y a la vez blanco de canas.
Sufrió varios meses por motivo de una enfermedad, aquella conocida enfermedad a causa de la cual se despiden muchos.
Murió a la madruga nadie sabe bien su hora exacta. Aquella hora elegida quien sabe porque o por quien para abandonar su cuerpo.
El cáncer se llevo, el cáncer lo condeno y de apoco lo cambio. El te atrapa, se apodera y te roba la existencia.
Paso de clínica en clínica, de profesional en profesional, de habitación en habitación, de cama en cama. Finalmente regreso a sus pagos, convencido de que había terminado, que a su mal ya lo habían extirpado.
Pero muy rápidamente nuevamente este se fue presentando, su cara y cuerpo paso a paso fueron cambiando.
El se llevo todo, no le permitía hablar, comer, caminar, ni siquiera respirar. Termino por agotarlo y esa fría noche en la que ni un murmullo se escuchaba, al despertarlo para tomar su medicina ni el ni el cáncer ahora existían.
A mi la noticia me llega a la madrugada ni reaccionar realmente podía.
Quien iba a pesar en lo cruel de la existencia, desde que nacemos luchamos para concretar algún sueño, nos proponemos metas, conocemos gente algunas caminan a nuestro lado otros en cambio prefieren realizar la retirada. Nos divertimos pero mas seguidamente lloramos, algunos nos critican otros nos alaban, hay personas que nos ayudan otras que nos dan la espalda, cuando todo parece perfecto la vida nos da un puñal por la espalda.
El que tenia sueños como todos, el que tenia metas como todos, el que recién comenzaba a vivir después de muchas frustraciones, el que reía y lloraba, respiraba y caminaba.
Esa maldita enfermedad penso que te llevaría por completo pero tu recuerdo continuaremos por siempre en todos nosotros, en quienes tuvimos la suerte de conocerte, en quienes siempre caminamos a tu lado, en quienes te amábamos y sobre todo en quienes te conocíamos y sabíamos que clase de persona eras.
Sabemos que no sos el que atrapo la enfermedad ni el que estaba inmóvil en aquel cajón, frío, serio, delgado, consumido, no sos el que sepultaron ni sos el del cementerio. Vos sos todo lo que conocimos, permanece y llevamos con nosotros todo el tiempo. |