Remate
Todavía adormecido, tirado en el suelo, entre las sienes retumba la ignominiosa sentencia. La camisa manchada por un reguero de sangre, el olor a perfume barato en el ascensor. Una gota de sudor frío corre lentamente por los surcos del rostro ahora deforme. Se oye un disparo a lo lejos. Luego, el insoportable silencio. Sus ojos buscan con desesperación alguna señal de que todo es irreal, como la vida misma, pero solo se presenta la augusta noche tejiendo su manto infinito. En el living, las cuentas desparramadas en el piso de parquet y una botella de escocés sobre la mesa de mármol. Cierra los ojos anhelando despertar de la pesadilla, pero lo espera la amarga constatación. Pronto, sus labios embebidos de su propia sangre parirán el fin. Exangüe, yergue su humanidad y alcanza a pronunciar el nombre del vil demonio, antiguo como el mundo, sagrado como el yermo azteca, lánguido como el último aliento que lo sostiene en pie. Lanza un grito sordo en medio de la penumbra. Pierde la conciencia y su cuerpo se estremece al rebotar en el suelo húmedo. Se acercan para rematarlo.

A Paul Heine

(Este es un gran cuento de riverdelpuerto, su ópera magna, antes de abandonar la página...)