Sólo bastaron segundos de la vida para brindar a un completo extraño la intimidad de los pensamientos que tanto contrariaban su ser, de modo que ya era tarde al darse cuenta que parte de su existencia, a pesar de querer esconder esos sentimientos, fue entregada a otro ser para de algún modo aliviar esas tormentosas y enmarañadas penas que ahogaban su alma.

Sin poder sostener las lágrimas desató mas ensordecedor llanto de profundo dolor, era ése el encuentro con la desilusión, vil sentimiento que corroe el alma creando surcos en la inmensidad del corazón, hasta que se puede escuchar decaer en leves latidos que van desapareciendo en el abismo de cada acequia; asimismo vislumbrando una puerta que al abrir sólo se encontrará sentada la soledad en el crepúsculo y densa tiniebla; es el vacío de un encuentro que jamás debe cumplirse.