Nunca había pensado que seria escuchar la voz de un hombre entre tu cuello y tu rostro... es una sensación maravillosa, mas si se huele su olor débilmente, casi como si no estuviera… pero que impregna hasta la mas ínfima célula de tu propia piel… no ocurre todos los días no, solo una vez y con una sola persona, que ha de ser el hombre mas suave del mundo. Las mujeres nos preocupamos de todo menos del aroma, que es lo que te puede llevar a otros mundos, mundos desconocidos para el resto de la gente… lastima que eso dura solo un segundo, suave, dulce… única…no hay sensación mas calida que ese aliento que sientes en tu cuello, que te hace temblar hasta las rodillas… que comienza por la cabeza, baja al cuello, recorre tu pecho y se aloja en el vientre… muy cerca de tus piernas… Sí, crees desfallecer solo con ese aliento tibio y reconfortante, que te hace sentir que estas viva, que eres una persona que siente y que puede sentir esa humedad entre el cuello y el rostro. Una vez una amiga me dijo que ella no podía sentir nada… ya no, dijo mirando al suelo, con la vista clavada en una piedra que yacía inmóvil en el pavimento mojado por la lluvia… lo mismo dijo el hombre que respiraba entrecortadamente en mi hombro… hasta que lo mire a los ojos, sonreí y cobije mi cabeza entre su cuello y su rostro, muy cerca de su oído, tatareando una única canción, tan sutil como su respiración. Noté como comenzaba ese lánguido temblor que parte en la cabeza y se cobija en el vientre… note como sus manos me rodeaban mas fuertemente, note como maldecía su interior, como cuestionaba sus reacciones… sonreí y le bese el cuello delicadamente, para separarme de él, sacando de mi bolsillo un cigarro para prenderlo y olvidar esa sensación, recostándome en la cama ya revuelta… como ejemplo de lo que puede lograr una única sensación entre tu cuello y tu rostro.