Dime de qué color es la sombra de tu bondad,
de qué color son las rosas que tu corazón atesora.
Tu pecho incendiado en amarantos y lavanda,
derrama polvo de oro sobre mi conciencia vencida.
No pienso que me amas como lo hacías antes,
prefiero embriagar las coplas que de tu voz manan para intentar adivinar la noche del desenlace final.
Tú harás de mí lo que el viento al mar; noche in tempestuosa en altamar.
Texto agregado el 28-04-2003, y leído por 322
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