Sorpresas por montones..


Camino por las avenidas sin siquiera mirar por encima de mis pies. Todos los días recorro el mismo trayecto, subo las mismas escaleras, cruzo la misma calle, paro frente al mismo auto rojo que esta en la misma esquina de todas las mañanas, nada perturba ni sorprende en ese común trayecto.

Una mañana como cualquier otra, mientras subía el escalón 22 de la tercera escalera de un 19 de diciembre de un año cualquiera, escucho algo que saca la vista de mis pies.

-Me puede decir la hora?...

Con un gran dolor en el cuello por caminar tanto tiempo con la cabeza hacia mis pies, levanto la vista con una sensación de no haber visto la luz del mundo por años. Y para mi sorpresa, encuentro un rostro desconocido pero bello que sólo sonríe, y que pregunta por una corriente hora de un día 19 de diciembre. Tembloroso levanto mi mano izquierda para ver las agujas de mi reloj que no salía de la normalidad, no por miedo sino por una extraña sensación en el estómago que me provoco aquella sonrisa.

-Son las 9 menos 20, respondí….

De manera torpe sonreí y continúe con mi trayecto, sin saber por ese momento más de ella, fue una actitud propia de un hombre común que lo sorprenden por montones.

La mañana siguiente, un especial 20 de diciembre de un año perfecto, mientras subía el hermoso escalón 22 de la mejor escalera del mundo, la tercera, a las 9 menos 21 esperaba a que ella volviera a preguntarme la hora, como lo había echo el día anterior. Son las 9 menos 20 y ella no aparece, mi desesperación empieza a llenarme, la angustia por no verla más empieza a generar una sensación de enclaustramiento a la vida. Mis ojos se vuelven a mis pies a las 9 menos 19 con 59 segundos, y continúo mi camino, con una sensación de agotamiento interno por haber sentido una vida sorprendente.

Mientras continuaba subiendo el escalón 23, algo más amargo que el escalón 22 de la ya no tan bella tercera escalera, nuevamente la vida me vuelve a sorprender.

-Hola…

Me doy vuelta como si hubiese escuchado algún mensaje divino, y al levantar la vista de mis pies, ahí estaba llena de vida como en el día anterior, con una sonrisa que me transportaba por un cosmos de sorpresas… aquella mañana en donde la vida me daba sorpresas por montones, en donde todas tenían una única fuente de creación…una desconocida que empezaba a conocer…

D.G
7 de Septiembre del 2010